LOS SIETE PECADOS CAPITALES
YO LLEGUÉ A TIEMPO A MI DESEDUCACIÓN
Nací en un pueblo de la España del Nacionalcatolicismo y pasé con mi adolescencia reprimida a la capital. Me habían educado en la Doctrina Cristiana del catecismo de Jerónimo Ripalda, asumida como la garantía de mi eterna salvación. Esto supuso para mí, vivir en la más crasa de las mentiras: Represión, castración, clericalismo, censura, prejuicios sociales y religiosos, falta de libertad para pensar, expresarse y decidir. Todas las acciones eran pecado contra la pureza.
Todo ello pasaba en España cuando en Europa ya se había vencido al Nazismo, el Fascismo y se ponían los cimientos de la actual Unión Europea. El Renacimiento surgió en Italia y a España llegó 100 años más tarde. En 1812 se promulgó la Pepa, una Constitución que Fernando VII se encargó de abolir e imponer su absolutismo real. En Grecia cayó la dictadura de Los Coroneles y un referéndum propició la República; anulando el anacronismo monárquico. La Revolución de los Claveles trajo la democracia a Portugal. De 1939 ha 1975 fue un negro túnel, pero la Transición asumió demasiados postulados del Nacionalcatolicismo. La Alianza Trono-Altar y el maridaje Iglesia Estado sigue vigente.
Pero para analizar la evolución de mi propio pensamiento racional, he elegido el Catecismo Ripalda. Este clérigo 1535-1618 escribió esta guía para niños que yo lo memoricé al pie de la letra alrededor de los 7 años, que era cuando se tomaba la Primera Comunión. He tomado como materia de reflexión Los Siete Pecados Capitales. He omitido las respuestas porque ahora soy yo con mi razón quien responde. Es evidente que estas reflexiones son válidas viviendo como si Dios no existiera.
Me educaron en la cultura del pecado, de la culpa y de la justicia divina. No en la cultura del delito, de los derechos humanos, de la libertad, la igualdad y la justicia social.
LOS PECADOS CAPITALES CAMBIADOS DE SIGNO…
- Soberbia u Orgullo
Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios.
Creo que la autoestima es un valor irrenunciable para el ser humano. En la medida que tú te quieras a ti mismo, te dejarás querer por los demás. Solidaridad, que no inmolación. Todos somos iguales.
- La Avaricia
Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento.
La avaricia se combate con la justicia de dar a cada uno lo que le corresponde. Los placeres y posesiones deben de estar al servicio de la satisfacción de las necesidades de toda índole. Los excesos no deben de perjudicar a propios y menos a los ajenos.
3. La Lujuria
El deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación.
La libertad sexual es un derecho universal de todo ser humano. Las relaciones sexuales son de origen animal, aunque tratándose de mujeres y hombre se deben ajustar al respeto, la igualdad y la razón. La sexualidad y la procreación van por caminos paralelos. La procreación es libertad y responsabilidad. La sexualidad es la expresión amorosa de dos seres humano. Hombres y mujeres, entre mujeres o entre hombres. La autocomplacencia es otra de las muchas variables del erotismo. La lujuria lejos de ser un vicio es una cualidad de la naturaleza humana. Una virtud humana.
- La Ira
El sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional cuando las emociones se excitan fuertemente.
La ira es una emoción humana de impotencia ante aquello que nos contradice o contraviene nuestros puntos de vista. Si las acciones que emprendemos para saciar nuestra ira no producen dolo. Es decir, no causa daño a nadie, no tiene por qué ser mala en sí.
- La Gula
Es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:
1- Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.
2- Cortejar el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.
3- Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico
4- Comer o beber vorazmente dándole más atención a la comida que a los que nos acompañan.
5- Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal.
Los placeres que pueden proporcionar la comida o la bebida, la razón me dice que es un problema de nutrición saludable o glotonería que nos puede llevar a enfermedades como la obesidad o el alcoholismo, que nada tienen que ver con el hecho religioso. Además, hay religiones que cuestionan ciertos alimentos derivados del cerdo, las bebidas alcohólicas, o en ciertas épocas, como por ejemplo el comer carne los Viernes de Cuaresma. De todas formas, la alimentación es materia de una disciplina médica correspondiente a las Ciencias de la Salud. Hablar de gula a un niño de siete años es una irracionalidad.
6. La Envidia
Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento.
Abordar la envidia con un perfil religioso, es limitar las cualidades del ser humano en positivo o negativo. Se habla de la envidia sana o maliciosa, pero si la envidia supera el deseo de poseer aquello envidiado por medios malvados, entonces estamos cometiendo un delito, provocando un hecho doloso. Es posible que el envidiado perciba que la envidia se camufla bajo otros comportamientos del envidioso, aparentemente camuflados como consecuencia del objeto envidiado. Razonando sobre esta cuestión, personalmente he tardado mucho tiempo en descubrir comportamientos poco éticos en personas de mi entorno que realmente lo hacían por pura envidia.
- La Pereza
Falta culpable de esfuerzo físico o espiritual; acedia, ociosidad. Es uno de los pecados capitales.
La pereza en nuestros días puede asociarse a la falta de ilusión por emprender un camino que conduzca a cada persona por el camino de su propia realización libre, independiente y eficaz. Una persona perezosa puede caer en un infantilismo que no le permita alcanzar su propia madurez.
Todos estos trastornos en el comportamiento humano, si se convierten en patológicos tiene su terapia científica y nunca teológica.