No tengo muchas dudas de que Pedro Sánchez contempla estar tres años preparando lo que quiere que sean sus elecciones. No olvidemos que, en poco tiempo, ya perdió dos bajando votos y no le quedan muchas más opciones. No puede permitirse el lujo de forzar unas elecciones y perderlas otra vez.
Por sus propias declaraciones y por el sentir profundo de muchos socialistas, está claro que nunca Sánchez será Presidente de Gobierno a costa de un referéndum en Catalunya; esto cierra todas las puertas a un pacto con los independentistas y, por tanto, elimina de raíz la vía de alcanzar la Moncloa por cualquier medio que no sea una nueva convocatoria electoral.
Pedro Sánchez va a intentar liderar la oposición desde fuera del Parlamento, buscando pactos puntuales con la izquierda, para rectificar las medidas del primer gobierno de Rajoy, en todo aquello que las bases socialistas consideran de su ADN, ejemplo de ellos será un acuerdo para modificar la reforma laboral del PP. En cuestiones puntuales no le importara llevar, no ir, de la mano con Podemos y con quien haga falta.
Para contentar a los que le han aupado a la secretaria general del PSOE, debe podemizarse; pero para poder ganar unas elecciones generales, deberá volver a ocupar un espacio central. Tiene tiempo, tres años son un mundo.
En este iter a largo plazo que ha diseñado, hay un mojón que lo puede cambiar todo: el referéndum catalán. Hasta ahora, Sánchez, sobre el 1 de Octubre, ha dicho muchas cosas y nada claras. Ha dicho que el “PSOE estará en la defensa de la legalidad y la Constitución”, pero también ha dicho, y muy recientemente, que “estará con el Estado y no con el Gobierno”, distanciándose así de su teórica bestia negra que es el Partido Popular.
No entiendo nada. Es imposible resolver el conflicto catalán sin un acuerdo, como mínimo, entre el PSOE y el PP. ¿Serán capaces Sánchez y Rajoy de pactar, antes del 1 de octubre, una solución para resolver este desafío separatista? ¿Alguien me lo explica?