Cuando ganó François Mitterrand, se abrió la Moncloa a Felipe González y, desde entonces, se habla de que la política francesa nos precede un par de pasos. En estas ultimas elecciones, a pesar de ser solo una primera vuelta, los partidos tradicionales, los de toda la vida reciente, han caído en picado. El partido socialista francés, ahora en el gobierno, ha puesto un pie en la tumba política, y el partido tradicional del centro derecha, el de Sarkozy, está en caída y por primera vez no pasa a la segunda ronda. ¿Desaparecerán los dos? Es bien probable. Italia y Grecia son dos precedentes del fin de los partidos tradicionales. Recordemos que en España, el socialismo desde Zapatero bate récords en bajadas y el PP, si bien gobierna, ha perdido votos a mansalva.
El ciudadano francés, no está nada contento con como han administrado su vida los políticos de siempre ni con las formulas con las que les han gobernado: ni con socialismo imperante, ni con el centrismo vacío. El ciudadano francés parece que quiere sabia nueva que, como mínimo, no esta manchada, y busque medidas que le permitan vivir mejor. ¿No quiere lo mismo el ciudadano de España? Probablemente la diferencia está en las alternativas. Mientras en Francia, Le Pen es un populismo ya contrastado por una larga trayectoria y sin dudas sobre su obediencia internacional, aquí, Podemos, supone un populismo de todo lo contrario. Mientras en Francia, Macron, liberal proveniente del socialismo, como ahora Ribera, parece menos vacuo que lo que rezuma su réplica hispana. Da la sensación de que el francés, busca para sus políticos un nivel más alto que el que les toleramos en la piel de toro.
No entiendo nada. ¿No será que el orgullo de ser franceses que tienen los galos, nos falta en España? ¿Alguien me lo explica?