Perro que ladra, no muerde. El animal suele actuar según la crianza que le haya dado su dueño, por eso es común que esta peculiar especie de origen venezolano (aún por comprobar) se comporte así. Amenaza pero recula, le busca pleito a un potencial contrincante, y casi siempre superior, pero desde lejos. Le ladra detrás de la cerca y siempre está listo para dar marcha atrás en caso de conseguir algún impulso retador del «amenazado». Si hablamos de instinto, podría decir que este ejemplar carece de ello, entre otras faltas palpables, lo que motiva a pensar que la mejor manera de moverse en su entorno es por total imitación, sin olfato ni garra.
Tranquilo Mariano, el individuo está «atado» a un sistema económico y político de cuerda corta, eso le da poco alcance fuera de su patio, de su «frontera». Sus limitaciones (que tiene muchísimas) no le permiten ir más allá de sus amenazas sonoras. Podrás escuchar sus ladridos y ver el polvo que levanta cuando escarba como toro de lidia, pero de ahí no pasará. Bien conociste a su dueño, que murió y lo dejó desamparado, con unos cuidadores incapaces, ambiciosos. Dice que se convirtió en un pájaro parlanchín que juguetea con él. Su dueño era igual de violento y cobarde. Así lo fue con algunos colegas tuyos. En una ocasión, sus constantes ladridos llegaron a hartar a tu jefe a tal punto que este le gritó que se callara, humillándolo frente a mucha gente. Recuerdo que las cámaras enfocaron su rabo entre las piernas. Bastó que llegara a su patio para envalentonarse y comenzar de nuevo a retar a tu jefe y a tus colegas compatriotas. Pero a su estilo, de lejos.
Son iguales, de la misma raza. Tienen algo de zorros, son clandestinos; algo de hienas, burlescas y carroñeras; y un nexo con los chihuahuas, miedosos, asustadizos ante cualquier cosa que crean una amenaza. No son puros, no tienen pedigree, son una mezcla de razas que les quita identidad. Por lo que he escuchado, este que te ladró y amenazó hace unos días tiene raíces colombianas, aunque su patio está en Venezuela, por donde merodea amenazante frente a los más débiles, a los que les quita la comida de sus platos.
Tranquilo Mariano, que aunque se desenvuelvan en el mismo entorno y te codees con canes de razas similares en tu patio, es inofensivo. He visto que tienes amenazas más serias en este lado de la reja. Hay un zorro de cola larga, criado a distancia por el dueño de aquel, el ahora pájaro, que te olfatea de cerca. Él y su manada parecen tener las mismas mañas del que te reta desde Venezuela. Carroñeros y engañosos. ¡Alerta Mariano!
También he visto que algunos de tu manada han tenido instintos similares al can latinoamericano. ¡Alerta Mariano! Eso suele contagiarse, es mejor buscar maneras de vacunarte con altas dosis de dignidad, ética y servicio. Aprovecha que aquí en España se consiguen. Lástima que hay escasez de todo tipo de medicinas en Venezuela, y esas que te nombro dejaron de verse hace años. Con varias inyecciones tu retador cobarde y sus iguales pudiesen cambiar, pero que va, no tienen «remedio».
Tranquilo Mariano, no te sientas amenazado. Tu patio y el del que te ladra del otro lado del charco distan tanto en kilómetros como en apariencia y potencial. No hay punto de debate. Son sólo ganas de «ladrarse» con otro porque está aburrido. No es fácil sentirse preso en su propia casa, sin amigos y amarrado por el desprecio de gran parte de su manada. Lleva varios años ladrándole también a especies de Colombia y Estados Unidos. Es su modo de entretenerse a falta de aliados, que cada vez van menos a visitarlo a su guarida.
Recuerda que perro que ladra no muerde. Oídos sordos, que poco a poco ese can latino de bigote prominente y pelaje negro irá perdiendo aliento y voz. Tengo fe en que los hoy débiles se harán fuertes, lo acallarán y le soltarán la cuerda para que huya despavorido (o tal vez se la aprieten muy fuerte). Ocúpate de quienes te aúllan en la cueva, cerca, detrás de tu propia cerca. Y por favor, no olvides las vacunas de dignidad, ética y don de servicio, que últimamente he visto a varios de tus colegas con síntomas. Y de aquel, ni te preocupes. Tú tranquilo Mariano.