Ayer el Gobernador del Banco de España, en el Congreso de los Diputados, se sumó al conjunto creciente de organismos que pronostican un mal futuro a nuestro sistema de pensiones. A las voces que alertan sobre una muy notable perdida de poder adquisitivo y el cada vez mayor diferencial entre sueldos y pensiones recibidas, se une la de la autoridad monetaria alertando de que el sistema actual tiende a no ser sostenible por la ya sabida bendita prolongación de la edad de vida y el incremento de la ratio entre pensionistas y trabajador es cotizando. Sus recetas son la mar de simples: trabajar hasta poco antes de morir y completar la pensión con un plan de pensiones privado. Nada nuevo bajo el sol. Si no crece la base de lo que antes era una pirámide, hay que recortarla por arriba para que lo sea otra vez.
No todos los mayores son pensionistas y, por tanto, la sociedad no puede conformarse con intentar dignificar las pensiones si lo que pretende es cuidar, o al menos no hundir, a sus mayores. Cuestiones tan de sentido común como que la sanidad, ya cotizada, piense en este colectivo entendiendo que tienen problemas sobrevenidos de vista, oído, aparato masticador, pies etc que, curiosamente, poco cubre el sistema sanitario público, o el hecho de que ciertos productos de primera necesidad para este colectivo, pañales empapadores o monturas de gafas, no gocen del IVA superreducido son gravamenes que pesan sobre los que han contribuido, con el esfuerzo de muchos años, a levantar un país.
No entiendo nada. Peligrando las pensiones, ¿un gobierno se puede plantear cuestiones como la renta básica? ¿Alguien me lo explica?