Esta vez las encuestas, más o menos, si han acertado: Macron ha ganado las elecciones presidenciales francesas. Un exministro del socialista Hollande, sin partido político detrás y que jamás ha ocupado un cargo electo, logra convertirse en Presidente de Francia a sus 39 años. La siguiente etapa son las elecciones legislativas del mes de junio y ahí, Macron, deberá presentarse con un partido y conseguir una victoria parlamentaria para poder gobernar tranquilo.
Pienso que todos coinciden en que los partidos tradicionales, Socialistas y Republicanos, han sido los grandes perdedores, al no llegar siquiera a la final. La pregunta que cabe hacerse es si estos partidos sobrevivirán resucitando o, simplemente, el nuevo partido que cree Macron se los comerá con o sin patatas. La política francesa ha cambiado tal y como ya cambió la política italiana y tal y como puede cambiar, dentro de poco, la política española. La alta abstención, sobre un 24%, y el alto número de votos en blanco y nulos, un 12%, evidencian, bien a las claras, el desencanto de los franceses con sus políticos. Si bien la victoria de Macron es indiscutible, me inclino más por una derrota de Le Pen, fruto del todos contra ella.
Macron, viniendo del socialismo, se define socioliberal. ¿Eso qué es? Lo iremos viendo. De momento lo que es seguro es que obedece a los cánones de la Europa que quiere la Unión Europea. Francia no será, con el, la nación díscola que podría dinamitar el proyecto de la Unión y su victoria representa, aunque sea sin las siglas tradicionales, una continuidad de lo que desde Sarkozy es la realidad francesa.
No entiendo nada. ¿Quién fabrica, potencia y lleva a la victoria a un líder ex novo así? ¿Alguien me lo explica?