Una simple y fría moneda te puede llegar a hacer tocar el peor de los sentimientos. El poder no reside exclusivamente en los famosos y abrumadores billetes de quinientos…Las cervezas se pueden comprar con algunos céntimos y los bocadillos de calamares con solo unos euros, pero la dignidad de uno, no se serigrafía y cuantifica en un menú.
15 de marzo de 2016. Varios «seguidores» de un equipo de fútbol internacional, deciden que en la carta del día debe incluirse la humillación. Sin mediar razonamiento lógico o sensato, algo difícil de presuponer en estos » futboleros», inician una grotesca escena en el corazón de los madrileños: lanzar monedas, como cacahuetes a los monos, a un grupo de mendigas. No sin exigirles que hagan flexiones o que correteen detrás de las huidizas monedas entre los resbaladizos adoquines de la plaza Mayor. Sin más reproche, que el de algunos viandantes que increparon al grupo de «aficionados», la Policía se personó en el enclave de la desvergüenza para animar a las señoras a abandonar el lugar, puesto que ya habían disfrutado incluso de un truco de magia: ver cómo desaparece la compasión humana en un billete ardiendo ante sus ojos.
Considerar que no se produjo ningún tipo de vejación, injuria o delito de odio es más que cuestionable…Un ser humano es tan libre como el que reside a su lado. La empatía, la moralidad o la vergüenza ¿dónde se encuentran alojadas en estos individuos? Hacen que sean muy necesarias las leyes porque no todo el mundo tiende a ser equilibrado, lo que no implica que éstas sean justas…ya que los holandeses, sin ser amonestados, vinieron, perdieron y se fueron…Ellos piensan que abandonaron España con la derrota de su equipo, pero lo hicieron sin dignidad y llevándose tantas tarjetas rojas como monedas arrojaron.