DIÁLOGO ANÓNIMO ENTRE EL MAESTRO Y EL DISCÍPULO
SIEMPE TENGO AÑORANZA DE NUESTRA ÚLTIMA SESIÓN DE TANTRA
Expectativas previas a la sesión:
Seguir luchando para vencer el pudor. Acercamiento físico para sentir conscientemente la presencia el UNO del OTRO. Proximidad para difuminar los roles de Maestro-Aprendiz. Terapeuta-paciente. Activo-pasivo; tomando iniciativas y dándonos permiso para compartir la energía sexual que brota de tu contacto y presencia, a modo de vasos comunicantes; sintiendo que mi energía sexual está presente y más “a flor de piel”.
Mi consideración personal a modo de reflexión:
Una sesión compartida de Tantra es el antídoto del secuestro religioso y antihumano de la libertad sexual. No solamente de la Sexualidad, también de la Sensualidad, las Emociones y los Sentimientos. No sabría describir desde el punto de vista científico la esencia de Tantra, pero lo que sí puedo constatar con mi razón y entendimiento, que es el antídoto de la sexualidad bíblica. Aunque en las Sagradas Escrituras no se mencione el vocablo sexualidad. Si bien se utiliza otra fórmula: “Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos”. Esta sentencia se puede leer en Levítico (20:13), Además, Tantra no discrimina a la humanidad por géneros. Hombres y Mujeres, Mujeres y Hombres. El Ser es la esencia suprema.
Éste sería el título de mi resumen: “Me has dejado sin palabras”
Después de unos días he recuperado el habla porque me dejaste mudo.
Entrañable y ansiado maestro, trataré de buscar frases que se aparten de la literatura y expresen los momentos que me hiciste vibrar… De entrada, cuando contemplo tu desnudez tu cuerpo despierta mi deseo sexual. Mi energía sexual, en suma.
Nuestro proximidad corporal colocó en primer plano la intimidad y el contacto piel con piel; creando en mi derredor una danza sensual cuerpo a cuerpo. Me regalaste sensaciones con los contactos pluma, con las yemas de los dedos con tu intención de erizar mi vello corporal; insinuándome que rasurado el pecho aumentaría la libido y el placer…
Zonas insondables hasta este momento, en el interior del recto; desbloqueando zonas hasta entonces míticas. La eliminación casi plena del pudor, se produjo cuando abordaste la penetración hasta lo más hondo de mi cavidad anal, hasta provocarme una doble sensibilidad de mi punto G. La habilidad de tus dedos practicó un ensayo general de lo que debía de ser la penetración a través del pene en erección. Sin abandonar esta zona provocaste una serie de intencionados pellizcos en el glande y los testículos, que me hicieron gritar. Confusión entre el placer, el dolor y la caricia, que me llevaron a la explosión. Es difícil encontrar las palabras que expresen estos momentos: La ubicación del gozo y el placer, su localización y mi respuesta.
Nuestra proximidad se vio muy favorecida por la percepción de un foco de calor. Fue una locura cuando me permitiste que te hiciera una felación en toda regla. Una mamada en términos más íntimos. Quizás el ansia no me permitió ser exquisito, pero estás dotado de un apetecible miembro viril. Vulgarmente una buena verga.
Me tapaste los ojos para aislarme de mi entorno y así me centrara para sentir mejor tus provocaciones: Oler gustar y tocar, confieso que no fui muy hábil adivinando las sustancias que me hiciste oler y degustar. Voy a ser muy sincero contigo. Cegado por el fular me embriagó la tensión, la erección del vello y un cuadro de excitación general, y me dejé transportar a olores y sabores de naturaleza sexual y erótica. No me hubiera sorprendido que me aproximaras tus dedos oliendo a varias sustancias, como pretexto para el contacto. Creo que apenas acerté que una de las sustancias fuera el agua… Pero es fácil percibir que, si quedaba algún velo por caer para desterrar los restos del pudor, se fueron con el fular a la lavadora.
El orgasmo sexual confundido con el éxtasis místico, encadenó explosiones de energía sexual plena de luz.
Cada noche sobre todo al acostarme y al despertarme al día siguiente, se hace presente el recuerdo de esta sesión, y me hace revivir todas y cada una de las secuencias que compartimos con tu experiencia de animador energético. Me hacen reavivar mi energía sexual. Traspasado por esa luz que tú provocaste en mi cuerpo. Mi ducha matinal consigue reavivar la energía sexual latente a través de la temperatura del agua, la fluidez de la sangre y la erección muscular…
Tu eres un maestro de estímulos que fomentas, excitas y provocas nuestra común energía sexual latente. Quizás adormecida en algunos rincones de mi cuerpo. Aún siento tu pene erecto golpeando mi cara y cuando me diste sendos cachetes en mis nalgas…
El abrazo tántrico estuvo cargado de erotismo; sintiendo tu pene erecto en mi pubis, piel con piel; sintiendo tu cuerpo consciente ensamblado con el mío suave y elevado de temperatura.
¡NAMASTÉ!