Susana Díaz acaba de lanzar el segundo aviso. Si nada falla, el próximo 26 de marzo en Madrid, presentará su candidatura a dirigir formalmente el PSOE. A pesar de que en su entorno, desde hace meses, se daba por segura su candidatura, nunca se había explicitado como como ahora. Es curioso que el argumento de sus muchachos para justificar que no anunciara públicamente su intención, era que esperaba a que se convocara el Congreso antes de presentarse oficialmente, como han hecho los otros dos y por ello han sido criticados, dado que así lo establecen los Estatutos del PSOE. Pues bien, una vez más desde la política, donde dije digo digo diego, dado que el Congreso se convocará previsiblemente por un Comité Federal de principios de abril y su candidatura se anunciará a finales de marzo.
¿Por qué este cambio de criterio? Hay quien piensa que se debe a que Pedro Sánchez, lejos de desgastarse por quemar tanto tiempo de ‘precandidato’, está cada día más fuerte y comiéndose a Patxi López. Sin Susana enfrente, Sánchez está cogiendo carrerilla y empieza a parecer muy posible que repita como ganador de unas primarias que le devuelvan la Secretaría General. Si bien Susana sintoniza con las bases del PSOE, por su claridad en el reconocimiento de la unidad de la madre patria y sobre todo por su victoria en Andalucía; Sánchez les pone, por su negativa frontal a todo lo que suponga PP. Mientras en España, los militantes de algunos partidos odien más al partido oponente que amen al propio, ocurrirán esos liderazgos por negación al contrario.
No entiendo nada. ¿No sería mejor para el PSOE, una cara nueva que no estuviera contaminada por aquel golpe de mano que destronó a Pedro Sanchez? ¿Alguien me lo explica?