19 marzo, 2016
1906 Lecturas
Grave debe de ser el asunto cuando servidor se sienta a escribir y no es sobre política. Cuanto menos raro. Pero el tema se las trae. Y muy canutas. Tal vez, compartan opinión conmigo cuando les digo que la cuestión a tratar es un tanto obvia. Pero creo que es hora de gritarlo -o en este caso escribirlo- a los cuatro vientos.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha conseguido progresar hasta la fecha. Amoldando y ajustando todo lo que le concierne. Ya sea en tecnología, sanidad o en cualquier otro ámbito de la sociedad, el hombre ha intentado desarrollar al máximo cada ámbito. Pero oigan, parece que en educación seguimos arraigados al pasado. Desde aquella Revolución Industrial de hace ya más de un siglo, el sistema no ha cambiado mucho.
No me malinterpreten. Un arreglo por aquí, un apaño por allá; pero la base principal sigue siendo la misma. Matan el talento innato, ejecutan la creatividad y rompen en mil pedazos al emprendedor. Aún nos hacen seguir anclados en los tiempos de la máquina del vapor, cuando se utilizaba la educación como un mero instrumento para progresar única y exclusivamente en la industria. Pero al igual que cambian los tiempos y las gentes, cambian las necesidades. Pero al parecer, ninguno de los altos cargos de la sociedad son conscientes aún de la barbarie, o prefieren mirar hacia otro lado por intereses creados; o que sé yo.
Es fácil discernir las necesidades de cada estudiante. Unos aprenden a mayor velocidad que otros, algunos pueden emplearse más a fondo en otras materias. En resumidas cuentas, no todos son iguales. Y por ello, a cada uno se le debe de dar una especialización y una atención diferente. Pero nuestro obsoleto sistema educativo, no alberga dicha posibilidad. Nos hacen distorsionar la realidad, pensando que carrera o que estudios nos darán una mejor salida en el mercado laboral el día de mañana. Pero tal vez, llegado ese día, la necesidad del ayer, ya no será la misma que la de ahora.
Y tras tantos años perdido entre libros, aprendiendo nociones que nunca volverá a emplear en su vida cotidiana, el ex-alumno ahora deberá buscar un trabajo para sobrevivir. Y creo que ya saben el resultado de la mayoría de casos. Desempleo. O lo que es peor, volver a la universidad en busca de titular en una nueva carrera, y repetir el proceso nuevamente. Siempre hay excepciones, claro está. Pero es el momento de cambiar.
Dar alas a un nuevo sistema educativo, que consiga adaptarse y ayudar a los alumnos a través de las nuevas tecnologías que poseemos, y no mostrarlas como un tema tabú. Un sistema que estimule el desarrollo del potencial del alumno, y que no lo estanque. Un modelo educativo donde la base, no sea aprobar, sino aprender.