¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
Siguiendo la canción de Serrat, La Saeta, sobre el poema de Antonio Machado, escrito en 1914, y que tanto suena en estas fechas, sin entrar en la critica que Machado lanza a la fe a un Cristo inmóvil, frente a un Cristo que actúe entre sus semejantes, me gusta glosar la referencia a “la fe de mis mayores”, tan presente, no solo en España, sino en todo Occidente y que de, un tiempo a esta parte, parece que ya no es la nuestra como sociedad, y amenaza con no serlo como individuos.
Tengo claro que el catolicismo supone, frente a muchas otras religiones, una separación neta entre la Iglesia y el Estado, que no tiene nada que ver con la esquizofrenia que supondría la separación entre la fe y la vida. Occidente no puede renunciar a sus fundamentos cristianos, que son los que la hacen distinta. Amamos a la verdad, por nuestras raices cristianas. Vivimos en libertad, si amamos la verdad. Podemos convivir, por qué nos sentimos todos con una misma dignidad, la de personas.
No entiendo nada Ya se que las manifestaciones religiosas de la Semana Santa no presuponen una vida piadosa, pero nos recuerdan ‘la fe de nuestros mayores’, que nos lleva vivir mirando al más allá. ¿No es mejor esforzarse por ser hombres de fe, que quedarse en la indiferencia del todo vale? ¿Alguien me lo explica?