Ricardo Calleja: “Contra Dios vivíamos mejor”

Conversación tranquila de @jmfrancas con Ricardo Calleja (@ricardocrc). Licenciado y doctor en Derecho, profesor de Ética en IESE, cofundador de iniciativas ciudadanas como la plataforma Principios y el Club...
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Conversación tranquila de @jmfrancas con Ricardo Calleja (@ricardocrc). Licenciado y doctor en Derecho, profesor de Ética en IESE, cofundador de iniciativas ciudadanas como la plataforma Principios y el Club Tocqueville. Escribe en prensa sobre temas de ética social.

 

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JMF: ¿Como ves a la derecha española?

Ricardo Calleja: Gracias por esta ocasión de pensar en voz alta sobre temas difíciles. La pregunta presupone que compartimos una definición de qué es la derecha. Dejemos a un lado la dimensión filosófica de este debate, y aceptemos que Derecha es todo lo que está a la derecha de la izquierda. Así vista la derecha como espacio político-electoral de ámbito nacional está dividido en al menos cuatro grupos: el PP, Ciudadanos, Vox y la abstención o el voto marginal. Y es normal, en un momento en que el pensamiento conservador se enfrenta a una encrucijada ideológica y estratégica. Me explico: en la tensión fundamental de nuestro tiempo entre el orden liberal -cuyo mainstream es liberal-progresista- y la política anti-establishment -que está derivando en formas de populismo y de derecha alternativa-. La campaña de Soraya y Casado en las primarias del PP me parece que confirma esta tensión. Nota: todo esto son análisis de brocha gorda de fenómenos complejos, a lo único que aspiro es a poder identificar vectores decisivos, aunque no expliquen todo ni excluyan otras influencias.

JMF: ¿Dónde situarías a Soraya y Casado?

Ricardo Calleja: Hasta donde yo sé, Soraya no tiene ningún problema con los principios filosóficos del liberalismo progresista. Ciertamente no es de izquierdas en el sentido utópico. Y seguramente es una persona de orden. Es conservadora solo en el sentido de que es «preservadora», de un conservadurismo meramente táctico o político. Pero no en el sentido metafísico. No creo que tenga una visión de la persona humana, de la familia, de la educación, de la religión, que pueda distinguirse de modo relevante respecto de las visiones que son frecuentes en el entorno de Ciudadanos. Pero más allá de sus convicciones, su estrategia es claramente una opción por representar precisamente eso: el preservadurismo del sistema, la defensa de nuestros logros colectivos frente a las aventuras populistas, y todo con un estilo tecnocrático, propio de su excelente formación técnico-jurídica y de su experiencia de gestión. Seguro que hay quien apoye a Soraya con reparos ideológicos, porque comparte la opción estratégica de un PP centrado, con un patrimonio de gestión solvente, y con sentido de responsabilidad frente a ocurrencias.

JMF: Y ¿Casado?

Ricardo Calleja: Casado respira la tradición del PP liberal que encarnó FAES y preparó el primer gobierno de Aznar. Personalmente, en sus convicciones fundamentales, es liberal y conservador. De intento no digo «liberal-conservador». Precisamente porque creo que esa etiqueta es un constructo intelectual no del todo coherente, un paquete ideológico de intencionalidad retórica que sirvió en los países anglosajones (Reagan, Tatcher) para dar forma a un renovado movimiento conservador que incluía en sus filas a los conservadores sociales y religiosos, los libertarios pro libre mercado y los halcones en política exterior. Más adelante podemos hablar de cómo estas dos almas liberal y conservadora entran en tensión. En cuanto al posicionamiento estratégico, Casado se ha escorado a la derecha, hasta el punto de mostrar sin complejos posiciones «fuera del sistema», como criticar Schengen. Tendrá que decidir si quiere dar ese perfil, de derecha casi alternativa, o de gestor responsable. Por supuesto estos posicionamientos son los propios de unas primarias, donde los candidatos suelen radicalizarse, para después «viajar al Centro», a la inevitable adaptación transaccional y al discurso institucional y moderado. Lo que no sabemos -yo no sé- es de qué pie cojean los compromisarios del PP…

JMF: Hablas de liberalismo progresista en Soraya y de liberal conservador para Casado.  No acierto a ver lo liberal en Soraya, ni tampoco mucho en Casado aunque si algo.

Ricardo Calleja: Liberalismo es una palabra peligrosa. Es muy polisémica. Y su uso ha cambiado mucho en los últimos años en España, con connotaciones muy distintas. Intentaré hacer un mapa para que podamos entendernos. Liberal se puede aplicar a tres realidades: hay una filosofía liberal (individualista, emancipadora); unas instituciones liberales (el Estado constitucional y democrático de Derecho, el orden internacional); y una actitud o talante liberal (moderada, dialogante, dispuesta a probar cosas nuevas). Entre las tres hay cierta congruencia, pero también tensiones. Los liberal-conservadores entre los que se crió Casado tenían una filosofía no liberal, pero habían hecho una opción fundamental por las instituciones liberales (constitucional democráticas), y adoptado un talante moderado. Además, estaban muy influidos por una versión del liberalismo -el libertarianismo de Hayek- que se diferencia del liberalismo progresista en la defensa a ultranza de la propiedad privada y la libertad individual en el mercado. Algunos libertarios extienden ese radicalismo en su filosofía liberal a material sociales y morales, con una agenda de revisión de las instituciones tradicionales como la familia. Casado tiene elementos de la agenda libertaria-económica como la bajada de impuestos, y tiene gente en su equipo libertaria-moral (que han apoyado en público los vientres de alquiler, por ejemplo). Pero él en persona me parece que representa un cierto conservadurismo social, y ha adoptado discurso casi nacionalista (el de «la España de los balcones») y en ese sentido no es «liberal». Soraya, por su parte, no enfatiza los elementos filosóficos de su pensamiento -no llega por eso a ser libertaria-moral- y su liberalismo institucional  es preservador del consenso socialdemócrata o estatista en el que vivimos los europeos, pero tampoco enfatiza la agenda libertaria-económica. Espero haberme explicado.

JMF: Sin duda te has explicado. ¿Qué es ideológicamente la derecha en España?

Ricardo Calleja: Si me permites, creo que es necesario abrir el foco y ver qué es la derecha en general en los países occidentales. Creo que Chesterton decía que izquierda y derecha son formas de hemiplejía moral. Leía hace poco un artículo del filósofo Robert Spaemann que atribuía la división entre izquierda y derecha a la renuncia a una visión integral del bien humano, capaz de dar orientación y a la vez de poner límites a la acción personal y colectiva. De modo que -en terminología freudiana- la izquierda encarna el principio de placer, la pulsión utópica por el ideal, de modo unilateral y sin conciencia de límites. La derecha por su parte encarna el principio de realidad, la conservación resignada de las condiciones de la existencia. Esta caracterización desde luego se corresponde con la efusión ideológica de estas semanas de gobierno socialista, por contraste con la relativa austeridad y rigor de los años de Rajoy, desde luego en el plano retórico. En esta situación bipolar a la izquierda le correponde marcar la dirección, a la derecha poner orden y acumular recursos, pero también a la larga aceptar los cambios progresistas y normalizarlos. La legislatura de Rajoy asentando toda la agenda radicalmente progresista de Zapatero es un buen ejemplo. La pregunta para la Derecha en este momento -volviendo a lo que decía antes- es si quiere aceptar esta iniciativa ideológica de la izquierda, por un lado; y en caso de no hacerlo, si el pensamiento conservador debe mantenerse dentro de los márgenes de las instituciones liberales -de las que la UE es un pilar básico- y del talante moderado, o dar un paso más radical. Radical tanto en la propuesta ideológica, hacia un conservadurismo metafísico no complaciente con el liberalismo moral, como en la estrategia política. En España, la posibilidad de una derecha alternativa, populista o reaccionaria, ha sido siempre marginal, dado nuestro pasado reciente y la ausencia de masas de trabajadores que experimentan desarraigo; y quizá también gracias a un catolicismo más bien amigable (seguramente en trance de curarse del franquismo). Pero el factor nacional se ha reactivado con la crisis catalana, y ahora yo veo algo de hueco para abrirse un espacio en la derecha. ¿Hasta ser capaz de formar gobierno? Me parece que no.

JMF: ¿Ves al PP o C’S virando hacia algo no complaciente con el liberalismo moral?

Ricardo Calleja: Ciudadanos en ningún caso, pues en materia moral o social representa el mainstream de la cultura actual. Tendrá sus propios problemas con las tensiones dentro del liberalismo. En concreto la oposición entre la retórica propia de las políticas de identidad, que atribuye derechos y superioridad moral a ciertos colectivos victimizados, por un lado; y la filosofía propiamente liberal que ve la sociedad como resultado de las elecciones individuales de ciudadanos libres e iguales. En cuanto al PP, Pablo Casado está enarbolando un cierto discurso conservador, como decíamos (nación, familia, educación). Pero es improbable que consiga dar a las políticas del PP una dirección muy coherente en ese sentido. Al fin y al cabo -basta ver a algunas de las figuras del PP que lo apoyan- el PP no es un caldo de cultivo para el conservadurismo metafísico, aunque pueda ser un lugar donde los conservadores al menos puedan decir lo que piensan frente al consenso de lo políticamente correcto.

JMF: ¿Me estás diciendo que la ‘moral’ como ‘principio’ ha muerto en España y en Europa?

Ricardo Calleja: Si me permites la cita entre erudita y clerical, el Papa Benedicto XVI, en un discurso sin papeles ante lso obispos de Suiza desarrolló una idea similar a la de Spaemann que mencionaba arriba. Hablaba de dos conjuntos de principios o moralidades que se oponían. Por un lado la agenda que podríamos llamar conservadora: la vida, la familia, la libertad individual. Por otro lado la moralidad progresista de la paz, la ecología, la integración de lo distinto. En ese sentido el mismo Benedicto alertaba: no se trata de la moral contra una visión social amoral. Sino de dos moralidades distintas. Su propuesta era la de mostrar la congruencia entre ambas «moralidades». Si en algo ha seguido a Benedicto el Papa Francisco es en este esfuerzo por reivindicar esas que podríamos llamar causas progresistas, mostrando cómo se fundamentan en la visión cristiana del hombre y la sociedad. Sin embargo, lo que podemos ver a simple vista es que esta estrategia no está funcionando, a corto plazo al menos. Es evidente la desaparición de las instituciones tradicionales, con sus valores y su orden. Pero también es evidente para muchos que en ese proceso de «ampliación de derechos» estamos quizá ganando capacidad de elección, pero estamos perdiendo el sentido de la orientación, la capacidad de aceptar los límites de la existencia humana, y por lo tanto nos sentimos desarbolados y angustiados. Y de un modo que ya no da lugar a interesantes obras de arte, sino a una profunda insatisfacción.

JMF: Seguimos en el ‘Dios ha muerto’ de Niesche?

Ricardo Calleja: Efectivamente. Dios ha muerto. Y con él nuestra civilización. Pero contra Dios vivíamos mejor. El nihilismo tiene recorrido cuando no es hegemónico: el que derriba muros siempre encuentra alguno que estaba fuera de sitio y resulta liberador. A la vez, la experiencia de tantos conversos del siglo XX y XXI es muy significativa para nosotros: tocaron la nada, y allí precisamente pudieron ver la Luz, pero no solo como una experiencia subjetiva e inmanente de espiritualidad, sino también como el encuentro con una Persona en una Comunidad histórica. De repente todo lo que era una superestructura de poder y represión se ve como una manifestación de amor infinito que da -precisamente- orientación a la vez que pone límites.

JMF: Si para nosotros ha muerto y sin Él estamos perdidos ¿como le resucitamos?

Ricardo Calleja: Buena pregunta. Pero equivocada: nosotros no podemos resucitar a Dios. Dios resucita solo. Como tampoco podemos inventárnoslo. Los dioses que nos hemos inventado no son Dios. Y a veces muchos cristianos han tenido una visión pagana de Dios, aunque al menos sabían su verdadero nombre. Por eso hay una cierta cercanía entre la experiencia de la muerte de Dios y la purificación de la fe y la razón que todo creyente experimenta. El dios que nos inventamos debe morir. Visto así se entiende: «Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe». A veces me pregunto si es posible un «humanismo cristiano» que quiera hacerse tan digerible para la audiencia profana y el escenario liberal que eluda precisamente esta cuestión: Dios se ha encarnado, ha muerto y ha resucitado. Por eso me parece cada vez más importante la presencia de crucifijos en lugares públicos, que antes consideraba una reivindicación marginal. Es evidente que no todo el mundo cree en Dios, y que hay muchas formas corruptas de religiosidad -los dioses que nos inventamos-. Pero ante esta realidad la solución no es pensar en el orden de las cosas humanas «como si Dios no existiera» sino precisamente partir de la hipótesis contraria: «como si Dios existiera» -según sugería el propio Joseph Ratzinger- «como si lo hubiéramos matado y estuviera a punto de resucitar”.

JMF: Gracias Ricardo, paramos aquí que ya da para mucho, me gustará seguir más adelante, ¿te animarás?

Ricardo Calleja: Gracias a ti, que nos has llevado de las primarias del PP a la muerte de Dios. Espero que el viaje haya valido la pena. Hasta la próxima.

JMF: Un abrazo y hasta muy pronto.

Ricardo Calleja: Otro.

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Nacido en Manresa, (Barcelona). Licenciado en Ciencias Biológicas (UB). Ex profesor (UAB), ex editor (Editorial Labor), ex político (Ayto de L'Hospitalet y Parlament de Catalunya) y ahora periodista.

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