7 septiembre, 2016
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Hablemos de ética periodística, o mejor de la carencia de esta.
En reciente fecha dediqué una carta abierta al inefable Joaquin Vila, director, quién lo diría, de El Imparcial.es. Dicha carta ha sido celebrada y retwiteada por afamados e insignes periodistas y escritores de nuestro solar patrio:
El Día de Reyes un atribulado Joaquín Vila escribió una respuesta a mi carta. En vista del contenido y las formas parece que los temblorosos dedos aporrearon las teclas del ordenador hasta darme la impresión de que estaba beodo, con resaca o preso de una rabia incontenible, dejando su mensaje a medio escribir y con una deplorable ortografía.
En cualquier caso, un correo de vergüenza ajena para un profesional de la comunicación:
De: Director El Imparcial <director@elimparcial.es>
Para: Ignacio Fernández Candela <gabsm4000@yahoo.es>
Enviado: Miércoles 6 de enero de 2016 6:42
Asunto: Re: 4ª carta abierta al escondido Anson.
Para: Ignacio Fernández Candela <gabsm4000@yahoo.es>
Enviado: Miércoles 6 de enero de 2016 6:42
Asunto: Re: 4ª carta abierta al escondido Anson.
Tú tampoco eres un hijo deputa ni un cabrón ni estás amargado por tu fracaso profesional.Eres simplemente un analfabneto, que no sabe escribir, zafio en elfon do y en la forma. Y como no te telía nadie porq
Todo una coherente manifestación digna de aparecer en el REBUZNÓMETRO:
http://rebuznometro.blogspot.com/2015/12/la-opinion-de-carlos-cc-se-ha.html
Mi contestación a este Vila ha sido la siguiente:
Pero Vila, qué bajo vas cayendo todavía…
Ay Vila, vilita, ¡cuánta decepción por tus palabras después de la elegancia ditirámbica que te dediqué acerca de tus talentos, capacidades y valores tanto profesionales como humanos! Tú, tan emblemático ser hecho a ti mismo, ¿pareces poseído por un analfabeto para escribirme unas líneas tan pobres y desalineadas, supongo que interrumpidas por la rabia? Cualquiera diría que tu escasa musa inspiradora está mareada de vapores etílicos. Ah, Vila, cuánta pobreza de espíritu sigues demostrando en tu obra como en la ruin palabra.
Me siento frustrado pues pensaba que tu talla podía medirse con mi calidad humana, y mira tú por dónde habrá talla pero rasada por la bajeza de tu reacción. La calidad ni la veo en tus escritos ni en el verbo poco florido y nada atinado que me has dedicado… menos en tu persona.
Lamento advertirte que la ironía no es lo tuyo por ser la expresión y el humor de los inteligentes. Eres demasiado grueso para permitirte esas lindezas. Escribir estas líneas de vergüenza ajena te habrá tomado mucho tiempo hasta que la inspiración dejó de acompañarte; supongo que supurando algún tipo de coraje que te habrá llenado la boca de saliva rábica.
No me imagino todo un directivo honorable como tú frente a la pantalla del ordenador que habrás limpiado de espumarajos después de leer mi carta. Un trabajo extra para tu excelsa actividad ante la que puedes incluir el abuso y la morosidad. Supongo que también dirigirás algo, aunque tu metodología ética difiere mucho de lo esperable en un profesional digno de respeto. Nada que ver con los códigos de ética que inflexiblemente practican los que se publicitan en el periódico, desconociendo las estrategias sucias que los colaboradores como vosotros ejecutan sin menor atisbo de vergüenza corporativa.
Te dejo una muestra de mi «escasísima» calidad literaria, infame, de la que se borraron más de trescientos me gusta de Facebook y otras aceptaciones de lectores desde las redes sociales como Twitter.Así se hizo con el resto desapareciendo cientos de cada columna. Hay que ser muy miserables.
La misma columna borradas todas las valoraciones que dejaban en evidencia las carencias morales y profesionales de estos aprovechados.
Que un hombre tan cuidadoso en las formas como tú hable del fondo analfabeto de mi fracaso profesional es todo un halago, considerando que siempre desperté recelos entre los mediocres de espíritu que he encontrado por la vida. Lo que me resulta extraño es haberme tropezado con uno de ese montón ladrándome desde un puesto directivo de El Imparcial.es. Algo curioso que me lleva a preguntar si estás adoptado y llevas algún chip para que no te pierda el amo que considerará tus muchos méritos de obediencia; porque otros no veo cuanto más miro tu cara. Ya sabes, el inequívoco espejo del alma.
Tu correo de respuesta es un insulto a la decencia propia, es decir a la tuya. Que un director de periódico manifieste tan pobres recursos para responder una carta abierta, elegante y sincera como te he escrito, es sintomático del declive y la deshonra que conlleva argüir sin argumentos e impulsado por una ira que deja en evidencia tus inexistentes aptitudes. Deberían despedirte, por ser innecesariamente conflictivo y nada ético. Dudo mucho que todos sean como pareces ser y no te esfuerzas nada en disimularlo, aunque sea por decoro personal. Pero no eres prudente sino más bien temerario capaz de darte tú mismo una patada en el culo. Muy imprudente dañando la reputación de muchos.
Fíjate si me parece una rareza tu correo que parece haber sido redactado por un lego, un burdo escribidor o un imitador de la dignidad desmerecida. Así que voy a pasearlo por Internet como un paradigma de la ineptitud y la imprudencia, de la destemplanza y de la ignorancia que justifica perfectamente la manera vil y rastrera de tratarme siendo tú la verdadera víctima de tus abusos.
Porque ahora sé que das pena, Vila, siendo el amargado de toda esta inmunda destreza tuya para quedar en evidencia por tus inicuas actitudes, por tu carácter explotador y la soberbia que te pierde. Pero te perdono, por la cara, por esa cara que lo justifica todo y porque en ese interior llevarás la putrefacción que exteriorizas con tanta simpleza.
Ahora sí que me has frustrado porque acabo de darme cuenta de que no me llegas, no llegas; te quedas en medio de la nada que tú te has labrado estando mi conciencia tranquila y mis ambiciones naturalizadas; no como las tuyas tan artificiosas robándote la honra por alcanzar el hueso de la estupidez que te has lanzado tú mismo.
Que te aproveche… pero paga, moroso.
D. Ignacio Fernández Candela (Para ti, don).