Conversación tranquila de @jmfrancas con Ramón PI, periodista.
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JM: ¿Por qué el empeño en la eutanasia? ¿Qué hay detrás?
Ramón Pi: A mi modo de ver, tres cosas: ausencia de fuste y calidad de nuestros políticos de izquierda (y de derecha también), degradación de la calidad de la democracia (han olvidado que la dignidad de la persona es el fulcro de todo sistema de libertades) y devoción por las tecnologías que nos permiten ser “dioses” dueños de la vida.
JM: El eufemismo es ‘muerte digna’, ¿cuándo es indigna una muerte?
Ramón Pi: No vale la pena discutir sobre eufemismos. La eutanasia no tiene nada de dignidad porque no es una forma de medicina sino una forma de homicidio. Si no fuera así, sencillamente no habría ningún debate.
JM: Y los cuidados paliativos, hay quien lo confunde…
Ramón Pi: Hay actuaciones en las que no es posible distinguir entre un acto paliativo del dolor, un acto salvador de la vida o un acto homicida. La distinción está solo en el propósito del que actúa. Es fácil aprovecharse de estas zonas grises para legalizar la eutanasia.
JM: ¿Y la distinción entre activa y pasiva?
Ramón Pi: Monsergas. No actuar cuando se debe es tan homicida como actuar cuando no se debe. Recomiendo ver la clásica película “La loba” de Bette Davis.
JM: Si un personaje quiere suicidarse, ¿tu le dejarías?
Ramón Pi: Tendría el deber moral de tratar de impedirlo. Pero además hay un delito que se llama omisión del socorro debido. Lo que pasa es que muchos creen erróneamente que son propietarios de su vida.
JM: ¿No lo son?
Ramón Pi: Claro que no. La automutilación es un delito; Si lo menos es delito, lo más (amputarse toda la vida) con mayor motivo.
JM: ¿Quién es el dueño de mi vida si no soy yo?
Ramón Pi: Mi vida no es una propiedad mía como puede serlo mi coche. Una cosa soy yo y otra mis propiedades. Mi vida es la condición de mi existencia. Yo no soy una mente encerrada en un cuerpo, sino mente y cuerpo formando una unidad que soy yo. Pero supongamos que mi vida fuese una propiedad mía, como un campo de trigo. Pues desde los romanos clásicos el dueño de una cosecha no puede incendiarla, porque interpela al conjunto de la colectividad. Pues cada persona interpela al conjunto de la colectividad.
JM: Los países con eutanasia legalizada empiezan por el ‘derecho’ a morir para llegar al ‘derecho’ a que te maten.
Ramón Pi: Todo esto es una contradicción total. Estamos viviendo un tiempo en que buscamos argumentos para poder dar muerte a inocentes mientras abolimos la pena capital para los culpables. La eutanasia legal es un enorme salto atrás, mayor que el paso adelante que fue la abolición de la pena de muerte.
JM: Y si uno no es dueño ni de su vida, ¿cómo las abortistas hablan de ser dueñas únicas de la vida del feto?
Ramón Pi: Creo que lo que dicen es que son dueñas de su cuerpo. De su hijo (o hija) suelen pasar.
JM: Y el padre, ¿no pinta nada?
Ramón Pi: Parece que para ellas, no.
JM: Vaya hembrismo ¿no?
Ramón Pi: ¿Hembrismo? ¿Eso qué es?
JM: Es mi palabra para el feminismo real.
Ramón Pi: Pues no lo sé. Pero me parece muy comprensible que pasen del hijo en materia de aborto provocado, porque necesitan hacer como que no existe pues de lo contrario tendrían que admitir la naturaleza homicida de su proceder. Y eso es muy duro.
JM: ¿Cómo hemos llegado a plantear la eutanasia?
Ramón Pi: Si una sociedad acepta liquidar a los hijos no nacidos porque tienen el síndrome de Down, ¿por qué no va a aceptar liquidar a los enfermos graves que además salen carísimos? Estamos acabando de deslizarnos por la pendiente resbaladiza que empezó hace muchos años con la “despenalización” del aborto en tres “casos límite”.
JM: Y, ¿cómo acaba esto?
Ramón Pi: Me temo que bastante mal, con una legislación despótica que la sociedad anestesiada incluso agradecerá, y un poder político que lo controlará todo. O sea, en una dictadura totalitaria aunque se llame “democracia celestial” o de cualquier otra manera mentirosa. Ojalá me equivoque. Pero creo que las pistas que tenemos son elocuentes.
JM: Gracias Ramón, me temo que vamos corriendo hacia la hecatombe moral. Un abrazo.
Ramón Pi: Otro para ti.