Ya abiertamente, una autoridad eclesiástica de Venezuela, el obispo de Trujillo, Oswaldo Azuaje Pérez, ha dicho que su país está siendo gobernado por “una narcodictadura civil-militar”. Lo que se decía en susurros, el régimen de Maduro está relacionado con el narcotráfico, ahora ya se grita abiertamente. El llamado caso de los narcosobrinos, dio a conocer las relaciones de dos sobrinos de Maduro con el tráfico de cocaína colombiana hacia EEUU, con el agravante de usar pasaporte diplomático. El Wall Street Journal ya publicó, en 2015, que las autoridades norteamericanassospechaban de Diosdado Cabello, entonces Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, la segunda autoridad del régimen bolivariano, y le adjudicaban ser el capo del Cartel de los Soles.
Venezuela, paraíso terrenal dónde los haya, es ahora mismo un páramo desértico sin alimentos, sin medicinas y, lo que es todavía más bochornoso, sin apenas suministro de gasolina, siendo uno de los principales países productores de petroleo.
Las últimas decisiones del gobierno venezolanocomo son ignorar a la Asamblea Nacional, juzgar a los civiles por la justicia militar y, el colofón, convocar una Asamblea Nacional Constituyente, demuestran, bien a las claras, lo que es un presidente electo que no quiere dejar el poder y usa resortes falsamente democráticos para instaurar una dictadura populista.
No entiendo nada. ¿Se merece Venezuela ser, o cuanto menos parecer, una narcodictadura? ¿Alguien me lo explica?