PUTA Y FEMINISTA
Los oficios clandestinos, ilegales y machistas
Por Pedro Taracena Gil
No seré yo quien cuestiones el feminismo de las putas. El Coronavirus ha venido a desenmascarar la hipocresía de este Estado que se llama democrático y de derecho. El Coronavirus ha descubierto los crímenes legales que se han cometido y se cometen con el negocio de los Fondos Buitre de las Residencias de Ancianos.
La última bomba que ha lanzado el Coronavirus ha sido contra los burdeles, los prostíbulos, las mancebías, las casas de citas, las putas de los pisos, las calles y los polígonos, los clubs de alterne, los centros de trabajo del sexo…
Siguiendo con los daños ocasionados por la metralla de Coronavirus, ha sido el contagio masivo de clientes y trabajadores de estos centros de trabajo.
¿Cómo es posible que en estos locales lejos de protegen a clientes y trabajadores, hayan dejado que el contagio llegue al extremo de tener que clausurar los locales nocturnos?
Estos lugares legalmente se denominan “hoteles” u otros eufemismos que eluden declarar que allí se fornica, se folla, se jode, se hacen felaciones, se viven orgasmos, se utiliza condón y se eyacula a pelo y todo ello como es natural, desnudos por completos y “sin mascarilla”.
¿Quién iba a pensar que allí se hacía todo esto? La hipocresía económica del negocio amordazaba a las autoridades locales, tanto civiles como sanitarias.
Pero el Coronavirus da fe de que es quien manda en España y en el mundo entero. Se ha descubierto el fraude de ley que supone denominar simplemente hoteles u otros eufemismos a lo que es una vulgar casa de putas.
Quien vea en mi reflexión un atisbo moral, será su responsabilidad. Por una vez estoy de acuerdo con el Coronavirus porque si hubiera comprobado que era un hotel al uso, hubiera pasado de largo.
La vergüenza y la hipocresía del Estado ha sido legalizar la prostitución cambiando el nombre. Allí en estos lugares es donde habitan, gestionan, trabajan o dirigen: los chulos, los rufianes, los proxenetas, la trata de blancas, las alcahuetas, las madamas, los locales nocturnos que albergan el negocio de las mafias que explotan a las putas, muchas de ellas menores.
Vuelvo a insistir que yo no reflexiono bajo ninguna moral y menos la imperante cultura judeocristiana. Tampoco me escandalizo porque vea que una mujer lleva el cartel de PUTA Y FEMINISTA. Lo que denuncio es al Estado que mantiene esta farsa inhumana, hipócrita, injusta y con fraude de ley.
Esta red de burdeles está considerada como una rentable y respetable cadena de hoteles. Los negocios, “todos” en España deben de ser conforme a la ley. Contratos legales, pagar a los trabajadores, cobrar los servicios prestados y declararlo a la Hacienda Pública. La Ministra de Igualdad del Gobierno Progresista de Coalición deberá establecer, si llegamos a la manifestación del 8 de Marzo de 2021, con misma máscara que hasta ahora. ¿Qué hay que hacer con los burdeles, los prostíbulos, las mancebías, las casas de citas, las casas de putas, los clubs de alterne y los centros de trabajo del sexo? ¿Legaremos a esa fecha con el mismo estatus hipócrita y tercermundista del que disfrutamos hoy?
Si todo sigue igual los “empresarios” de estos centros de trabajo otorgarán una paga extra a los chulos, los rufianes, los proxenetas, la trata de blancas, las alcahuetas, las madamas, los locales nocturnos que albergan el negocio de las mafias que explotan a las putas. Por el éxito conseguido de que vacunados todos del Coronavirus el negocio siga viento en popa… Este lenguaje es tan viejo como el oficio de puta. La democracia española no se puede permitir el fraude de ley y el eufemismo que se utiliza para cambiar de naturaleza a los temas cuando se les cambia de nombre.