¿Por qué España y la Unión Europa aún no reconocen a Guaidó como presidente de Venezuela?
Europa ha sido la única región que ha mantenido una postura neutral en el conflicto venezolano.
Venezuela está entrando en un clima de preguerra civil desde que Juan Guaidó se erigió como presidente legítimo del país. La ola de protestas que han sacudido las calles del país latinoamericano pidiendo libertad durante los últimos años alcanza su punto álgido, con una cabeza visible que ha sido reconocida por gran parte de países de su entorno como Brasil o Argentina, a los que se suman Estados Unidos.
Sin embargo, Nicolás Maduro aún cuenta con apoyos internacionales de peso. Entre ellos, las potencias que tradicionalmente se han enfrentado a Washington en el tablero geopolítico internacional (en conflictos como el sirio) y con un poder militar y político de calado: China, Rusia e Irán. También han hecho lo propio México, Bolivia, Cuba o Uruguay, tradicionales aliados del presidente.
Sin embargo, ha llamado la atención la posición equidistante de la Unión Europea. Su postura ‘a la suiza’ ha sido prácticamente exclusiva a nivel internacional y ha recibido ciertas críticas, incluso internas. Entre ellas, el diputado Antonio Tajani o el presidente de Francia Emmanuel Macron.
«Angela Merkel es la principal impulsora de la postura equidistante con la oposición venezolana»
¨Pero Berlín continua dirigiendo ‘de facto’ los posicionamientos del eurogrupo. Y, por el momento, Angela Merkel se ha limitado a pedir que Maduro ejecute una convocatoria electoral, como única persona con capacidad de gobierno para tomar esta decisión. Moncloa también ha apostado por esta vía tras una ronda de contactos con los diferentes líderes de la región. El último órdago: reconocerá a Guaidó como presidente si no hay elecciones libres en los próximos ocho días. La Unión Europea ha sido menos tajante y ha dejado entrever la petición sin concretar ningún tipo de plazo.
Pero hay un problema que se ha señalado repetidamente desde Europa y también desde México: reconocer explícitamente a Guaidó como presidente podría desatar un «derramamiento de sangre«, según han argumentado sus diplomáticos. De hecho, el líder opositor está buscando vías para sumar a los soldados del Ejército a su causa, mientras que la cúpula y gran parte de la tropa continúa apoyando al régimen.
Esa es la consigna que se mantiene hacia un país que lleva más de 20 muertos en protestas violentas en tan sólo cuatro días y con pocas posibilidades de esperanza. El clima de preguerra y el carácter de estos disturbios recuerdan al inicio del conflicto sirio y no hay que olvidar que, de paso, el Kremlin ha amenazado con intervenir el país en cuanto haya un cambio de poderes. Como siempre, la política internacional lleva un tiempo diferente a lo que se vive y pide desde la calle.
Un punto de inflexión en Latinoamerica
La convulsa región latinoamericana se encuentra en pleno relevo generacional y cambio político. La mayoría de gobiernos que nacieron con el revulsivo de la lucha contra Estados Unidos (Cuba, Venezuela o Nicaragua), están en la cuerda floja como consecuencia del aumento del nivel de la renta y el acceso a múltiples vías de información. La región, en este momento, se encuentra en pleno avance y se está dirigiendo hacia sistemas democráticos homologables a los instaurados en Europa occidental.
«Los gobiernos autoritarios de corte socialista anti-Estados Unidos están ensombreciéndose en aras de mayores libertades democráticas»
Las democracias que se han ganado durante la última década en países como Chile (el país más avanzado tras sobrevivir al duro régimen de Pinochet) han servido de referente para el resto de países.
Esta ola, que se produce tras el final de la crisis de 2008, se replica en algunas naciones como Argentina y sobre todo en Nicaragua, con un régimen fuertemente autoritario (el de Daniel Ortega) y auténtico espejo de Maduro. ¿Hay posibilidad de que los ánimos de Venezuela se extiendan a otros países? Estos futuribles dependerán de un desarrollo de los acontecimientos que, en estos momentos, queda bajo el objeto de conjeturas estériles.
¿Primavera Árabe? ¿Colombia?
Llegados a este punto y estableciendo paralelismos… ¿Podríamos denominar estas revoluciones como una especie de Primavera Árabe? Hay ciertos puntos en conexión, como el final de las dictaduras antioccidentales representados en el panarabismo socialista del Baath (que englobaba a las tiranías de Gaddafi en Libia o Ben Alí en Túnez).
«El populismo antioccidental panarabista del Baath cayó entre reivindicaciones democráticas»
Aquellas movilizaciones buscaban, al igual que en Venezuela, alcanzar una democracia homologable a la europea y, en definitiva, un avance hacia un sistema con mayores libertades. Sin embargo, terminaron con dudoso éxito: Túnez fue un reclamo y un referente, Libia acabó convertido en un estado tribal y Siria terminó en una cruenta guerra que terminará (parece) con Al Assad mantenido en el poder gracias a Rusia.
Las comparaciones con el mundo árabe (algunos factores como el extremismo islámico son impensables y marcaron la posición equidistante de Occidente) se subsanarían con algunos espejos como Colombia, un estado fallido con un ejecutivo incapaz de imponer su soberanía en todo el territorio. Un hipotético desalojo de Maduro mantendría su poder en regiones controladas por los grupos de paramilitares que han crecido bajo el ala de su Ejecutivo, muchas de ellas financiadas con el dinero del narcotráfico al igual que las FARC.
«Maduro podría controlar muchas regiones tras su posible destitución gracias a los grupos paramilitares que crecieron bajo su poder»
Esa intervención de Rusia y una sociedad tan polarizada pueden afectar el futuro de Venezuela. No hay que olvidar que la cúpula militar apoya al presidente y el grueso del Ejército muestra mucha distancia con Guaidó.
Por otro lado, Venezuela posee una fuerte reserva de oro, diamantes y petróleo bajo su territorio. Esto ha sido utilizado por Maduro para realizar operaciones con dudosos intereses en el extranjero y convierte al país en un filón para las especulaciones. Los ejemplos en los que el poder del subsuelo es la mayor ruina de sus habitantes son múltiples a lo largo de la historia de todo el planeta.
Por el momento, Venezuela continúa con la oleada de protestas que podrían acabar con un régimen que nació bajo el ala de Hugo Chávez hace precisamente dos décadas. Muchos venezolanos piden libertad y, en gran medida, el futuro de sus reivindicaciones no depende plenamente de sus manos.