“Venimos desde hace mucho tiempo atravesando una crisis política a la que este gobierno quiere darle una respuesta política”. Estas palabras han sido pronunciadas por la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo. La frase está muy bien. También el titular: reactivación de la comisión bilateral Generalitat-Estado, que llevaba sin reunirse desde 2011 y las otras tres comisiones también previstas en el Estatut. ¿Qué significa esto?
La realidad es que poca cosa a nivel general. Evidentemente TV3 ya lo ha vendido como el principio del fin. Dicho de otra manera, que el gobierno español permitirá, en breve, el referéndum de autodeterminación. Algún programa especial y algún eslogan han ratificado esto. Pura propaganda para no explicar la verdad: Torra salió de la Moncloa como entró. Mejor dicho, salió más ligero, pues se dejó la ratafía y dos libros. Es más, Torra dejó ir su frase: “cualquier solución pasa por la autodeterminación”.
Sánchez ha conseguido un propósito: sentarse con Torra en la Moncloa. Aquello que no hizo Rajoy -lo cual no es del todo cierto, pues lo hizo con Mas y Puigdemont- lo ha hecho él. Operación de marketing perfecta de Sánchez. En lo sustancial nada. Lo dijo Carmen Calvo y lo repiten dirigentes del PSOE y del PSC: “no van a conseguir nada fuera de la ley y la Constitución”.
El hecho es que Torra ha ido con una idea fundamental: “no renunciaremos a ninguna vía para alcanzar la independencia de Cataluña”. Y la segunda idea: “se debe acabar la persecución a las personas por sus ideas”. Y aquí está la clave. Ya pasó con Rajoy y ahora se repite con Sánchez. Ellos no van a dialogar. Ellos van a imponer su voluntad. Esta pasa por lograr la independencia. No les importa lo más mínimo saltarse la ley. Les importa muy poco lo dicho por Carmen Calvo. Esto es, no saltarse ni la ley ni la Constitución. Esto es una ridiculez. Torra y los suyos -debemos incluir a ERC- tienen esta meta. Y así no se puede dialogar.
Meritxell Batet puede montar muchas comisiones bilaterales. Puede tener muy buena voluntad. Lo mismo pasó antes del 2011. Ahora bien, cuando delante tienes a alguien que te dice: “me importa muy poco lo que digas, yo quiero la independencia”, el diálogo pasa a ser inexistente. Como dure mucho tiempo el gobierno de Sánchez, estas comisiones están condenadas a desaparecer o a no convocarse.
Y el otro punto que machacan hasta el aburrimiento: perseguir ideas. Están convencidos que los encarcelados lo están porque han sufrido persecución ideológica. Lo cual es una gran mentira. El señor Torra piensa muy diferente que Sánchez y es libre para ir a la Moncloa. En España no se persiguen las ideas. Se persigue o se condena a la gente por saltarse las leyes. Puigdemont, Junqueras, Rull, Turull, Romeva, Sánchez, Cuxart, Pontatí, Puig, Serret, Comín, Bassa y Forcadell dieron un golpe de estado. Por sus principios derrocaron la Constitución y el Estatut. Quisieron implantar un nuevo régimen jurídico y proclamar una república. No son las ideas, son los hechos. Y estos son muy graves.
Por lo tanto, mientras el interlocutor piense como Torra -y todos piensan lo mismo- no se avanzará. La única solución para Cataluña es una unión de partidos constitucionalistas para tomar los mandos de la administración y restituir todo aquello que se empezó a tergiversar el programa 2000 de Jordi Pujol. Todo este programa se tiene que revertir. Sólo así desaparecerá el problema catalán, porque los actuales dirigentes de JxC y ERC nunca cambiaran de pensamiento y seguirán reclamando y reclamando la independencia. Hoy Torra se ha dado cuenta que los votos de PDeCat y ERC en el Congreso a favor de Sánchez fueron baldíos y con la ley en la mano nunca conseguirán nada.