Es la pregunta que cabe hacerse modificando levemente el título de un artículo que Pablo Iglesias firmaba recientemente en el diario El País bajo el título ¿Para qué sirve la Monarquía?
De seguir el esquema del artículo del líder de Podemos, que comenzaba afirmando que ”hace cuatro décadas, la Monarquía española y en particular Juan Carlos I jugaron un papel de dirección política en la transición que llevó a nuestro Estado de una dictadura a una democracia homologable a las de la Europa occidental de entonces” resultaría difícil encontrar para la República española y en particular, la II República un rastro, un legado tan fructífero como el que otorga él a la monarquía.
La dicotomía monarquía-república es últimamente uno de los ritornellos de la izquierda, especialmente en los territorios de Podemos, a quienes se han sumado Izquierda Unida, los partidos nacionalistas y separatistas y un montón de asociaciones y grupos que no eran tan proactivos en este debate antes de que Pablo Iglesias y su izquierda lo pusieran de moda, bien que a veces de forma más rudimentaria y agresiva que la elegida esta vez por Iglesias, que, cuando abandona su permanente tono mitinero, deja asomar a un político más sólido, aunque quizá menos eficaz de cara a su parroquia.
Iglesias, cuando abandona su tono mitinero, deja asomar un político más sólido, aunque quizá menos eficaz de cara a su parroquia
No debería existir ningún problema para abrir un debate sobre la forma del Estado, si monarquía o república, puesto que debates mucho más insustanciales se abren a cada minuto por parte de los políticos y gracias al seguidismo acrítico o partidista de algunos medios de comunicación y determinados comunicadores, en la derecha y en la izquierda. La única condición sería no faltar a la verdad, al menos por parte de aquellos que quieren un debate serio y fructífero.
Monarquía o república de hoy para mañana
El artículo de Pablo Iglesias da vueltas alrededor de un par de ideas: la monarquía no garantiza las libertades cívicas en este siglo XXI, junto con la afirmación discutible de que la mayoría del pueblo español prefiere la República y sólo los más conservadores prefieren la monarquía. Dudosa afirmación esta última ya que estaría por ver si la mayoría de los españoles optarían por la república si se les pusiera en el trance de escoger entre ambas fórmulas “a partir de mañana” o que la mayoría de los conservadores y sólo ellos preferirían optar por la Monarquía en ese trance.
Es cierto que entre los países más prósperos, más poderosos y más innovadores una buena parte tienen la forma de república, como Francia, Alemania, Estados Unidos, ó China; pero también algunos de los más ejemplares y dignos de emulación, incluso por el partido de Iglesias, según dicen, son monarquías parlamentarias, como en el caso de Suecia, Noruega, u Holanda.
La república no garantiza a los mejores ni los más equilibrados en la Jefatura del Estado, como seguramente señalaría Pablo Iglesias
Además, la forma de república no garantiza que quienes lleguen a su cima vayan a ser ni los más preparados ni los más equilibrados al frente de la Jefatura del Estado, como seguramente señalaría Pablo Iglesias en el caso de Trump en Estados Unidos, y otros añadirían a Kim Jong-un en Corea del Norte y otros dictadores “republicanos”.
En estos días también le recordaban a Iglesias que los países más pobres eran precisamente repúblicas, mientras eran monarquías las que se encontraban entre los países más ricos.
Tampoco en el terreno de las libertades públicas es claro que la república mejore a la monarquía y como en lo anterior pueden citarse numerosos casos y compararlos ente sí.
Ni en el terreno de la riqueza ni las libertades la república mejora a la monarquía y pueden citarse numerosos casos
En definitiva, es pretencioso afirmar que “la fraternidad, la justicia social o la diversidad de los puebles y gentes de España” son valores privativos de la república o que el feminismo solo pueda avanzar en una república. Sería, precisamente, negar la evidencia de los avances que han colocado a España entre los países líderes en estos campos en el período de monarquía parlamentaria y democrática instituida tras la Transición.
Ni demonizar ni sacralizar
Tampoco está nada claro el hecho de que “a la jefatura del Estado se acceda por elecciones y no por fecundación sería profundizar en nuestra democracia” ya que no garantizaría que quienes acceden sean los mejores sino los que más ruido hacen, o los más demagogos, y el propio Iglesias podría citar casos como el de Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, y otros muchos. En fin, ni demonicemos ni sacralicemos la monarquía o la república.