OCASO O RENACIMIENTO DE LA CIVILIZACIÓN EUROPEA
«La civilización judeocristiana europea se encuentra en la fase terminal», proclama el filósofo francés, Michel Onfrey, en Decadencia, el segundo volumen de Breve enciclopedia del mundo. No solo dice eso, sino que afirma con acierto «La potencia de una civilización casa siempre con la potencia de la religión que la legitima. Cuando la religión está en fase ascendente, la civilización lo está igualmente; cuando se encuentra en fase descendente, la civilización decae; cuando la religión muere, la civiliación fallece con ella.«
Toda una declaración de intenciones que conlleva una realidad, como lo haría un médico con una fractura, un infarto o un cáncer.
Vladimir Putin y Donald Trump lo saben bien y por ello la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Protestante se han convertido en señas de identidad patriótica de conservadores y tradicionalistas. No me estoy refiriendo a la iglesia patriotica china de Beijin, que ordena sacerdotes y consagra a sus obispos, contraviniendo al Papa de Roma. Podría apelar a ese cristianismo con el que arribaron los primeros puritanos a las costas norteamericanas, para practicar su religión en libertad. También al bautismo y conversión de miles de personas en el río Dniéper por parte de Vladimir de Kiev, un acontecimiento icónico que cambiaría para siempre la historia rusa aliándola con el imperio bizantino.
Pero no, me refiero a la verdadera fe que llevó al apóstol Andres, a la Rus, al mar negro, al río Dniéper y a los puritanos a atravesar el océano atlántico hacia una nueva tierra prometida en el Mayflower.
Decía Agatha Christie que «El presente se halla casi siempre enraizado en el pasado».
Europa se encuentra en una encrucijada de futuro, lo que supone una oportunidad para aprender de los errores y para recuperar los principios que inspiraron a la primera comunidad, que posteriormente han sido olvidados. Una comunidad que después de la experiencia traumática de dos trágicas contiendas había entendido, gracias a la visión de sus padres fundadores, Schuman, Adenauer y De Gasperi, que el continente era un contenido. Europa ha sido, por historia y por vocación, una biografía de pueblos con una raíz común, los valores que se deducen de la presencia cristiana. Sin estos valores cristianos que han dado vida a las sociedades europeas y a los modos culturales y de bienestar, Europa está perdida.
Necesitamos respuestas verdaderas a las necesidades actuales por parte de todo el campo cristiano. Tenemos el deber de aportar respuestas basadas en las Escrituras y transportarlas a la sociedad y a la política. Vivimos inmersos en el día a día y muchas veces nos perdemos en los intersticios de la trivialidad y el superficialismo, malgastando nuestras fuerzas. Debemos de ser capaces de trasladar los ejemplos de Polonia y Hungría al resto de las sociedades europeas. Debemos ser capaces todas las denominaciones cristianas de buscar un denominador común, basados en la verdad, justicia y Libertad, que nos haga actuar más allá de las etiquetas. Un frecuente denominador que nos haga trasladar la fe de las Escrituras a la realidad de la calle y haga frente a las satanizadas políticas liberales.
Debemos volver al origen de nuestras raíces, volver a recuperar el alma cristiana de nuestras catedrales, de nuestra conciencia. Los cristianos no debemos, no podemos estar ausentes, ni omitir nuestro servicio para reconstruir nuestro legado. Nuestro deber es evangelizar de nuevo una sociedad que ha perdido su fe, dejándose arrastrar por una corriente demonizada, esclavizada por el materialismo, islamizada por las falacias de las ONGS, que nos están llevando por un callejón sin salida. De otro modo, es posible que estemos abocados aún carrusel de políticas duras, crueles, y violentas que hagan desaparecer el viejo orden mundial.
Apelo a las palabras de Edgar Morin en su famoso libro (Penser l´Europe): «fue necesaria la muerte de Europa en los tiempos modernos para que hubiera un primer deseo de nacimiento europeo».
Tal vez, la guerra Ruso-ucraniana sea el detonante para un nuevo nacimiento.
Arthur Charlan / 28-03-2022