28 marzo, 2021
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Diariamente observamos excesivos debates, en su mayoría estériles.
Estamos en un momento crucial de nuestra nación. Quienes tienen la voluntad de aportar para una salida a la crisis deben tener presente la historia política del país, en especial la de los últimos 50 años. Opinar es fácil , hacerlo acertadamente es muy difícil. La premisa en estos momentos es salir del régimen e impulsar la transformación del país . Venezolanos abran los ojos. Estamos rodeados por la ignorancia , el conformismo además de haber aceptado en todos los niveles de la sociedad el miedo como forma de supervivencia, lo que nos hace esclavos del régimen y a los más atrevidos presos en sus territorios de confort.
La debilidad del régimen es evidente y la apatía y desesperanza del venezolano se convierten en el sustento de un entramado criminal e inmoral que subyuga todo aquello que se interponga a la voracidad socialista que humilla y debilita con sus acciones perversas la moral republicana. Una verdad inobjetable es que los sectores más notables del país no han logrado aglutinarse y amalgamarse para hacerle frente a esta tragedia. La clase política en su mayoría, no ha estado a la altura para cumplir los anhelos y espectativas de la gente.
El secuestro psicológico que ejerce el régimen es otro renglón que aplica en la vida diaria. Medios de comunicación y redes bajo el control eficiente del estado fallido alimentan a la sociedad venezolana para mantenerla en un eterno conflicto. Las políticas de control social hace ineficiente el desarrollo del individuo que invierte el 40% de su tiempo entrampado cumpliendo los parámetros establecidos, para obtener algunas migajas miserables e imperceptibles ante una brutal devaluación que tiene carácter vitalicio.
Mal viviendo y con la pobreza encima haciendo estragos en todos los núcleos familiares. El valor, principio básico en una lucha de la magnitud que tenemos por delante debe cultivarse en todos los rincones del país. La dirigencia política debe dar paso a los liderazgos emergentes, reconociendo su fracaso en lograr deponer al régimen. No pretendo descalificar a nadie, solo orientar desde mi óptica a una sociedad acosada por el chantaje, la manipulación y desinformación veraz. Cuando se habla de que está situación catastrófica debemos resolverla los venezolanos es correcto agregándole con la cooperación de otros factores como la comunidad internacional , pero nosotros los venezolanos no es la clase política , somos «absolutamente todos los venezolanos».
El término transformación tiene un significado que contrasta con los planteamientos de figuras visibles y sus pocas acciones. Una maquinaria nueva productiva y eficiente no trabaja con lubricantes desgastados con repuestos viejos con operadores poco calificados y su operatividad depende de profesionalismo y alta tecnología esto como un ejemplo de una transformación real. Lo que ha vivido el país en cada periodo constitucional lleva un sello partidista y uno a ascendido al poder consecuencia de otro. El país en este momento no puede recomponerse con retazos desgastados .
El venezolano debe asumir un rol protagónico activo y contundente que fortalezca las estructuras sociales , económicas y políticas , la salida la impondrá un conglomerado de hombres y mujeres consientes, aguerridos y que amén a esta patria. Los grupos políticos en este momento necesitan comienzan a armar sus esquemas insípidos y desagradables servidos en tazas de peltre oxidadas. Hablar de unidad es verdad que se está logrando pero entre grupúsculos que luchan por mantenerse mientras el país desdibujado se desvanece en nuestras narices. sectores de oposición partidistas y sociedad civil que suman 90% del país trabajan aceleradamente para beneficiar al régimen que en minoría se mantiene en el poder. El liderazgo emergente debe concentrarse no solo en deponer al régimen sino también al sector de oposición que no deja unificar al país y pretenden seguir abrogándose la representación de todos. El cambio y transformación no deben ser parciales , tímidos y complacientes. Dejo estas líneas para una pronta, profunda y oportuna reflexión. Daniel García Presidente del PMI
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