La idea de que un padre o madre sufra la pérdida de un hijo resulta socialmente tan desgarradora que ni siquiera existe, salvo en hebreo, un adjetivo genérico que los identifique. Resulta fácil decir que alguien es huérfano o viudo, pero ¿qué son los padres que se quedaron sin alguno de sus hijos?: Shjol.
La traducción más acertada de este vocablo hebreo sería “viudo de hijo”.
Este involuntario abandono nomenclativo es el reflejo de la dificultad social de asumir que algo tan sangrante como sobrevivir a nuestros hijos haya que aceptarse dentro de las leyes naturales o leyes de vida. La sociedad y la conciencia humana no está ni preparada ni educada para entender este tipo de sucesos.
Mientras la psicología y la psiquiatría han estudiado pautas para el duelo bien definidas y bien ajustadas a las realidades personales de quienes han perdido a un ser querido, carecen de métodos asumidos específicamente para los duelos por la muerte de un hijo y han de adaptar las pautas generales, a las connotaciones especiales de los padres que han sufrido la pérdida.
El duelo por la muerte de un hijo es un duelo especial
El profesor F. Alonso-Fernández, Catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, llega a afirmar que alrededor de un 20 % de los padres no logra superar nunca la muerte de un hijo.
La magnitud de las consecuencias emocionales y sus derivaciones psicosomáticas, psicológicas y psiquiátricas superan, en la mayoría de los casos, a las de otras pérdidas y procesos propios del duelo. La negación, la ira, el sentimiento de culpa, pueden enquistarse de forma peligrosa y desembocar en un duelo crónico con consecuencias terribles para la persona que lo sufre.
El psicólogo Juan Pedro Valencia asegura que el duelo en el caso de muerte de un hijo no se reduce a un ”proceso con un inicio y un fin determinado sino que más bien se trata de algo continuo que permanecerá durante mucho tiempo, a veces toda la vida”.
La muerte de un hijo no se supera nunca. Lo que la medicina busca, en todas las especialidades que pueden ayudar a los padres shjol, es que las personas que han sufrido esta devastadora pérdida puedan retomar sus vidas tarde o temprano, o reinventarlas para ser capaces de volver a colocar sus emociones y sus relaciones con los demás de forma aceptable.
Ayuda en el duelo por la pérdida de un hijo
Todos los padres que han perdido a uno de sus hijos necesitan ayuda. Algunos encontrarán esa ayuda en la familia, los amigos o en sus propias creencias morales.
En la mayoría de los casos esta ayuda tendrá que reforzarse con terapias psicológicas individuales y tratamientos y procesos psiquiátricos.
Uno de los sentimientos de desamparo más habitual entre los padres que sufren este tipo de duelo, es la sensación de sentirse incomprendidos. Parece que cualquiera que haya tenido hijos es capaz de imaginar el dolor que supone perderlos, pero quienes han sufrido la muerte de un hijo saben que es imposible de imaginar si no se ha pasado por semejante vivencia.
Es por eso que hay muchos grupos de apoyo y ayuda mutua entre los padres shjol.
De forma particular y gestionados por los propios padres que han sufrido esa experiencia, funcionan de manera altruista para compartir vivencias y ayudarse en la comprensión del dolor ajeno, que es como el propio en este caso.
Con el convencimiento de que solo cuando se ha perdido a un hijo en una muerte prematura se puede entender cuán grande es el dolor que produce, muchos padres acuden a estas asociaciones y se ayudan así de forma activa a tramitar el proceso de duelo y evitar en muchos casos que se convierta en un duelo patológico.
Algunos de estos grupos y asociaciones de ayuda mutua han conseguido reconocido prestigio entre los profesionales del tratamiento del duelo y son recomendados en los gabinetes médicos como un apoyo imprescindible para los padres que han sufrido una pérdida.
Buscar ayuda tras sufrir la terrible pérdida de un hijo puede no ser una elección personal, sino una necesidad de la que a veces no se es consciente. Una de las tareas más importantes que puede llevar a cabo quien acompaña en su duelo a un padre o una madre shjol es inclinarlo hacia la necesidad de compartir su dolor y de buscar el apoyo de profesionales y de personas en sus mismas circunstancias.
Y uno de los errores más cometidos y con la mejor de las intenciones, es tratar de ayudar a quien ha perdido un hijo, sin tener conocimiento de lo que necesita.
Y ¿qué necesita un Shol?
Cada uno de ellos, sin excepción, respondería que lo que necesitan es que su hijo no hubiese muerto.
Ante la imposibilidad de que nadie pueda regalarle una nueva vida al hijo perdido, lo más aconsejable es tratar de acompañar al padre o la madre, en la construcción de una nueva vida para ellos.
Porque cuando un hijo muere, la vida de sus padres se acaba también y aquellos que son capaces de seguir adelante, tendrán la necesidad durante mucho tiempo de ir dibujando cada día como algo completamente diferente a lo que vivieron antes de la tragedia.
Al tiempo, tendrán que ir colocando todo que vivieron con su hijo antes de que se fuera, no podrían hacerlo de otra forma sin sentir que traicionan su recuerdo.
Y eso, sin perder de vista el dolor, la angustia, y el sentimiento de culpa de seguir vivo mientras su hijo ha muerto.
Ayudar a alguien en estas circunstancias es una tarea tan difícil que se escapa muchas veces de las posibilidades de los demás.
El Grupo de Apoyo al Duelo de la organización Menudos Corazones publicaba el 23 de junio del pasado año, un mensaje que pretendía ayudar a quienes están cerca del desgarro emocional de quien ha perdido un ser querido, en especial un hijo.
La idea surgió de María, una madre shjol, que se autocalifica como una zombi, después de la muerte de su hija.
Enrique, padre shjol de Martan escuchó su historia y con ella miembros de la asociación rodaron y difundieron un video, sencillo, que a quien firma este artículo, y quien desde 13 años es madre shjol, le ha parecido un homenaje tardío, eso sí, a tantas personas que estuvieron a su lado para ayudar y que siguen estando, y a las que nunca supo decirle de forma tan simple y tan clara, cómo hacerlo.
Porque alrededor de esa tragedia están otras personas que no son los propios padres y que sufren dos pérdidas. Cuando yo me convertí en shjol le escuche decir a mi madre: “Yo tengo dos muertos, mi nieto que está en el cielo y mi hija que está en la tierra.”
Si ayudar a un shjol es ayudar a un zombie. Y ayudar a quien ayuda es una tarea para la que todos debiéramos también educarnos.