Ana Guevara, hace muchos años orgullo nacional en atletismo, ahora actúa de vocera de la 4T con una frase que define la posición de este gobierno: “me vale madre”. Dentro de esa cínica afirmación se infiere el “y mas vale que ya se vayan acostumbrando”.
Ya nos habían surtido algunas otras frases equivalentes: “a chillidos de marrano, oídos de chicharronero”, de Ricardo Peralta, Subsecretario de Gobernación; el “ahorita no”, de Claudia Sheinbaum.
Todos ellos cobijados bajo el dogma de fe de la 4T: “nosotros somos honestos, no somos iguales a los anteriores”, que repite sin parar el Señor Presidente Andrés Manuel López Obrador, sin el menor titubeo, sin rubor; sin importarle un bledo todos los videos y audios que circulan en las Redes Sociales que exhiben un nivel de corrupción a niveles nunca antes vistos, en todos sus círculos cercanos.
Detrás de estas frases se deja ver el concepto de gobierno que se tiene: del poder, por el poder y para el poder público y político en ejercicio, y con el Pueblo a sus pies postrado.
Cierto que se advierte un inmenso dolor detrás de estas frases en contra del “Pueblo Bueno”, el Señor Presidente López Obrador se siente profundamente herido en su orgullo de líder. Las marchas y el Paro Nacional del día 9 de marzo los dejaron abatido, pero con un gran resentimiento. Nunca antes se había dado algún caso semejante; la Protesta de las Mujeres fue histórica.
Por otra parte, se ve que quienes pronuncian esas agresivas frases cuentan con el visto bueno Presidencial para lanzarlas una y otra vez, se trata de desviar la atención ciudadana de todos los errores en que incurre el gobierno, del cúmulo de promesas incumplidas y de su incapacidad para plantear los problemas mediante un diagnóstico certero de la realidad y ofrecer soluciones pertinentes, congruentes y viables.
El gobierno está pasmado: ahora dice una cosa, mañana otra, pasado no sabe , y si todo lo anterior se les agota, queda el recurso de la infame rifita del “avión que no se rifa”.
De la mano con estas frases, llega la represión, por ejemplo: a los trabajadores de la CEDH de Tabasco que reclamaron sueldos y pagos atrasados, los despidieron.
La pandemia del coronavirus los tomó en el peor momento, con un Sistema de Salud con desabasto, acorralado por personas muertas por medicinas contaminadas en Pemex; con niños sin medicinas contra el cáncer; el Precio del petróleo muy bajo, el peso devaluándose frente al dólar, un coche bomba estallando en las instalaciones de la Guardia Nacional en Celaya, abucheos al Presidente en Tabasco, y un mar de protestas por la violencia, corrupción e ineptitud gubernamentales.
La realidad y los problemas los están desbordando todos los días.
No hay una estrategia eficaz contra la pandemia del coronavirus, de pronóstico reservado en México.
Las frases majaderas no resuelven nada y solo crispan mas los ánimos ciudadanos en contra de su gobierno; haga cambios, Señor Presidente.
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