Medio siglo después, ¿estamos ante algo parecido, y no sólo francés sino internacional como entonces?
Algunos eslóganes
«Seamos realistas, pidamos lo imposible»
«La imaginación al poder»
«Prohibido prohibir»
«El aburrimiento es contrarrevolucionario»
«El patrón te necesita; tú no necesitas al patrón»
¿REVUELTA PREVISIBLE Ó ESPONTÁNEA?
El Mayo francés o Mayo del 68 es el nombre que reciben los acontecimientos ocurridos en Francia, entre el 3 y el 30 de Mayo de 1968: lo que comenzó con una serie de huelgas estudiantiles en Universidades e Institutos de París, duramente reprimidas, se generalizó entre éstos, sumándose a ellas más de diez millones de trabajadores en toda Francia (2/3 de los mismos).
El Presidente de Gaulle tuvo que disolver la Asamblea Nacional, y convocar elecciones generales anticipadas para el 23 de Junio de 1968. No obstante, la situación revolucionaria se disolvió de forma tan rápida como había surgido y los trabajadores, tras conseguir importantes mejoras salariales y sociales, volvieron al trabajo: el partido gaullista salió muy reforzado tras las elecciones.
Mayo del 68 fue un movimiento ideológico, cuyos hechos apenas resuenan ahora: provenían de los campus universitarios de California, epicentro del movimiento «hippie» y de la contestación a la guerra del Vietnam, impregnados de la música de Bob Dylan y el rock, el movimiento por los derechos civiles de las minorías raciales y las lecturas de H. Marcuse («El hombre unidimensional,1964») y T. Adorno(«Teoría crítica»), llegando a Francia, el país modelo de revoluciones.
ACTORES, HECHOS Y COMPONENTES.
En esta crisis, huelga, protesta, revuelta o revolución coincidieron actores tan dispares como universitarios desencantados sin horizonte laboral, trabajadores descontentos por su marginación económica, millones de jóvenes movilizados contra la guerra del Vietnam, y un deseo general y común de libertad: es la «Sociedad opulenta» denunciada por Kenneth Galbraith en 1958.
Los hechos políticos hacen confluir la guerra de Vietnam, la guerra «fría» con dos bloques enfrentados y la permanente amenaza nuclear, un Tercer Mundo nacido independiente, descolonizado y/o emergente de miseria económica, y una sociedad civil muda, sin voz ni participación. A todo ello se sumará, como componentes ideológicos, multitud de corrientes antiimperialistas, maoístas, anticapitalistas, troskistas, castristas, neomarxistas, y aún freudianas.
Una parte importante del movimiento criticaba la sociedad occidental en sus fundamentos, en sus estructuras básicas y, si bien el marxismo era la ideología dominante, el pensamiento principal, el situacionismo, era más próximo al anarquismo, pretendiendo la transformación de la sociedad mediante la eliminación de toda forma de autoritarismo, desde los exámenes universitarios hasta la Presidencia de la República, maximalismos que no excluyen los problemas reales a que nos referimos anteriormente: todos estos movimientos desembocarán en las grandes manifestaciones, protestas y huelgas entre los días 3 y 30 de Mayo, cuya cronología y descripción no abordamos aquí por estar indicada en multitud de manuales al respecto.
El movimiento tuvo corta duración porque no hubo coordinación de ideas y tácticas en la fase crucial del proceso: los sindicatos, a petición del PCF (Partido comunista francés), ayudaron a calmar a los trabajadores que, inicialmente, se habían animado por la valentía de los estudiantes, pero la situación requería más organización y coordinación frente a un gobierno muy bien estructurado, que supo defenderse perfectamente.
PERSONAJES DEL/EN EL MOVIMIENTO.
Entre la multitud de personas que participaron en el movimiento, o se vieron involucradas en él, destaco un reducido número que abarcaría gran parte del espectro socio-político del país.
Políticamente destacan el propio Presidente de la República, Charles de Gaulle, que disolvió el Parlamento y ganó unas adelantadas Legislativas; dimitió en 1969 y abandonó la política. También su Primer Ministro, Georges J. R. Pompidou, encargado de negociar con los Sindicatos; Presidente por dimisión de Gaulle, murió de cáncer en 1974 sin finalizar su mandato.
Sindicalistas como el líder de la CGT y miembro del PCF, Jean Sèguy, que participó en las negociaciones, si bien se le atribuye un «giro oportunista» en torno al conflicto. También el dirigente del Sindicato estudiantil UNEF, Jacques Sauvageot, portavoz de la sublevación que, finalizada la revuelta, se dedicó a la enseñanza.
Figuras destacadas como el maoísta Alan Geismar, que se dedicó al periodismo y no abandonó la troskista LCR, así como otro ex-líder Alan Krivine.
Filósofos como el escritor Jean Paul Sartre, aclamado en La Sorbona y fundador del periódico «Libération», así como el ensayista André Gluksmann, simpatizante de la ultraizquierda, ideas que cambió apoyando a Sarkozy en unas generales.
Estudiantes como el líder icono de la protesta Daniel Cohn-Bendit, conocido como «Dany el rojo», anarquista de 23 años y uno de los«Ocho de Nanterre». Hoy es Eurodiputado por los Verdes y en su libro «Forget 68» pide «que se olviden las barricadas porque ya no existe el mundo contra el que se rebeló».
Finalmente, Sociólogos como el prestigioso Alan Touraine, uno de los defensores de los «Ocho de Nanterre», que se sumó a las huelgas y protestas, acontecimientos que marcaron una etapa de su obra, muy centrada en los movimientos sociales.
*REPERCUSIONES.
Las consecuencias fueron ambiguas y confusas, dando lugar desde al eurocomunismo por parte de los partidos comunistas occidentales, sobretodo italiano y español, distanciándose de Moscú y aceptando el marco democrático, hasta la creación de una «nueva izquierda» mucho más crítica tanto con los modelos capitalistas occidentales, como con el socialismo europeo del Este, incluido el sindicalismo de la época.
Supuso también un cambio en las formas organizativas, estructurándose en función de las acciones y rompiendo con las jerarquías: las Asambleas se convierten en motor organizativo y los Delegados en Portavoces de las decisiones mayoritarias.
Se retoma el término «Revolución» en su país originario pero que, curiosamente, llevaba dos décadas de crecimiento sostenido, de democratización y del mayor bienestar conocido, por lo que Europa entera estuvo pendiente, convirtiéndose en un símbolo, un ejemplo y en un icono de utopía.
Aunque la imaginación no llegó al poder, ni las guerras dejaron paso al amor, Alan Touraine sigue «viéndolo como la semilla de la que han germinado muchos de los mejores avances sociales de los últimos 40 años». Por el contrario, el Presidente Sarkozy lo identificó en su campaña de 2007 con «la fuente de todos los males: el relativismo moral, la confusión de valores, la pérdida de autoridad, el cinismo, la irresponsabilidad y la especulación».
Hay que admitir que, aunque el 68 no llegó a crear nada, empujó mucho la transformación cultural y, como señaló Edgar Morin «fué más que una simple protesta, pero menos que una revolución«. No sé lo que opinará Bernard Koucher, de la antigua Unión de Estudiantes Comunistas, que fue Ministro de Asuntos Exteriores con Sarkozy, o el ya citado líder estudiantil «Dany el rojo», ahora Eurodiputado.
La joven periodista Regina Martínez Idarreta, en su artículo sobre la Herencia del movimiento, decía que «lo único que nos mueve a los jóvenes de hoy es exigir que nadie acote nuestro sagrado derecho a la diversión», mientras que lo que realmente subyacía en las protestas de los jóvenes del 68 era «el derecho al cuestionamiento del todo, a elegir la irracionalidad como opción, a vivir de espaldas a la realidad…de todo el nihilismo pedido, nos hemos quedado con el lado fácil. La rebeldía se ha vuelto conformismo…»
*REVUELTAS DE 1968.
El año 1968 hubo revueltas tanto en el Este como en el Oeste: la juventud unas veces reclamaba mayor libertad, y otras rechazaba el orden establecido y la sociedad de consumo.
El punto de encuentro contestatario será la guerra de Vietnam y el famoso grito «US Go Home» que, en Enero, se concreta con la ofensiva del Tet por parte de las fuerzas norvietnamitas. En Marzo la Universidad de Nanterre se agita, en Abril es asesinado Martin Luther King («Hoy he tenido un sueño…»), en Mayo la revuelta se concentra en el parisino Barrio Latino y se extiende a Italia, Alemania, Turquía, Japón y Brasil.
Ya en Junio es asesinado el senador Robert Kennedy, en Julio se asiste a la hambruna en Biafra, región secesionada de Nigeria, y en Agosto es aplastada la prometedora «Primavera de Praga» por los blindados del Pacto de Varsovia, enviados por Moscú.
Finalmente en Octubre se produce la «Matanza de Méjico» en la que mueren entre 200 y 300 estudiantes por una carga policial, diez días antes de los Juegos Olímpicos donde, ante las cámaras de Televisión, dos atletas afroamericanos suben al podio con el puño en alto y un guante negro.
¿Y EN ESPAÑA?
En aquellos finales de los 60, España se deslizaba hacia un franquismo obligadamente aperturista, porque ni el contexto ni la edad del general Franco permitían otra cosa. Así, tímidamente y con cierta censura, pudimos conocer lo que ocurría en el país vecino, por entonces icono de libertades para nosotros y, aunque fuera sólo mentalmente, nos sumamos al movimiento (no a la «prohibida» revolución) juvenil, estudiantil y laboral.
El cantautor Raimon entonaba: «…el final de tantos días de lucha y esperanza fue la victoria del orden establecido, pero en ese momento algo cambió para siempre…».
Nuestra democracia aún tardaría casi diez años en llegar y, por tanto, poco se pudo conservar y menos aplicar de aquellos hechos que, al menos, siempre perdurarán en nuestro recuerdo, entre la nostalgia y la realidad.
Ha pasado casi medio siglo, y repito mi pregunta inicial:
¿Estamos ante algo parecido, y no sólo francés sino internacional como entonces?