Es paradigmático que por fin un juez, en este caso de la Audiencia Nacional, haya entendido que los organismos reguladores en España tienen la obligación de regular y, también cuando lo hacen mal, son responsables de ello. Sin eximir a los banqueros que han producido desmanes, deben pagar si son culpables por ello, los responsables de los organismos que debían velar y autorizar las distintas prácticas no pueden lavarse las manos ni salir indemnes.
Una democracia sin separación real de poderes y con los organismos reguladores politizados, es una democracia cuanto más bananera. En España el ejecutivo y el legislativo son interdependientes, mandan los mismos que mandan los partidos, y el judicial está absolutamente controlado por los mismos. Si a esto añadimos que los reguladores: Banco de España, Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (producto de la fusión de ocho organismos supervisores), la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el regulador en el ámbito de los seguros, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, pueden no ser independientes por haberles nombrado autoridades políticas, hemos conseguido pasar de democracia a una partitocracia pura.
El caso de Mafo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, es el ejemplo de lo que no se debe hacer. No solamente se nombra a un personaje no independiente, militante de un partido político, sino que, además, consiente todo: preferentes, fusiones inviables, salida a bolsa de Bankia y vete a saber que más saldrá.
No entiendo nada. De la misma manera que los reguladores son corresponsable de las malas praxis consentidas a los regulados, si el gobierno de turno es el que les nombra y les dirige, ¿el ministro en cuestión no es responsable de nada? ¿Alguien me lo explica?