Gran convulsión. Diez diputados, en votación secreta, han votado lo que no se esperaba. Escándalo general, ¿quiénes serán? ¿Hay pactos bajo manga que, de hacerse públicos, serían vergonzantes? Es muy probable; es más, es casi seguro; pero, no deja de ser chocante que el mismo gremio que ha pensado en distintos tipos de votación, pública y secreta, se escandalice cuando la secreta es secreta.
En tiempos de reivindicación de lo que suponen las listas abiertas, que los votantes escojan a sus disputados sin depender solo de las siglas y que estos puedan actuar por responsabilidad hacia sus electores y no obedeciendo ciegamente las ordenes de partido, al primer movimiento que pueda suponer cierta independencia del diputado, les echamos la caballería encima en vez de loar que, aunque huela a chamusquina, esto debería ser lo ordinario. Pura contradicción como en tantas otras cosas.
Yo no sé qué ha pasado, ni por qué ha pasado, aunque puedo intuirlo. Puedo pensar lo que todos o, haciendo un esfuerzo de biempensante, entender que ha habido acuerdos discretos entre grupos para facilitar la organización de ambas Cámaras, y que para que quede claro que no constituyen una armonización ideológica entre partidos tan dispares, se ha echado mano del voto secreto para usarlo como tal y no se ha hecho público justo para no dar a entender acuerdos contra natura entre partidos.
No entiendo nada. Si la votación de las Mesas de las Cámaras debe tener luz y taquígrafos, ¿para qué puñetas está regulado que se hagan con voto secreto? ¿Alguien me lo explica?