Por Pedro Taracena
Primera parte
La reciente Historia de España se ha escrito por los vencedores. El enfrentamiento que provocó el golpe de estado del 36, la guerra civil y la dictadura, abrió una brecha entre los españoles que lejos de propiciar la reconciliación entre hermanos, una ley de amnistía dejaron impune el genocidio y los crímenes del franquismo.
Los vencidos, lo rojos, los de izquierdas, los comunistas, los sindicalistas, los malos, los ateos y masones, tuvimos que aceptar que todo siguiera igual como si nada hubiera sucedido. Se había salvado la unidad de la patria.
Es curioso que los que hoy nos gobiernan sean herederos legítimos de un dictador sanguinario, cuyo ministro estrella, fundó el embrión de lo que hoy es el Partido Popular. Es decir, que los franquistas de la dictadura se convirtieron en demócratas de toda la vida y ahora son la mafia que nos desgobierna.
Lo que no se cuenta en la Escuela es que un general cruel y sanguinario determinó que a su muerte, España debería seguir siendo un Reino. No implantó un heredero legítimo, sino un personaje de sangre real para instaurar, que no restaurar a los Borbones en España. Al Rey se metió de rondón en un referéndum para la Reforma Política, engañando al pueblo. O al menos eso creyeron los caciques del momento. Al final este periodo se saldó con una Constitución tutelada por los mismos: Oligarquía, Ejército, Iglesia y Caciques.
Los vencedores hicieron y hacen apología del franquismo y los vencidos buscamos nuestros muertos por cunetas, cementerios y fosas comunes. Mientras los vencedores hacen burla de nuestra condición de víctimas del franquismo. Ni el Rey ni ningún gobierno se atrevieron a condenar a su padre fundador, el Caudillo de España que lo fue por la Gracia de Dios.
Ahora, una tímida ley de la Memoria Histórica, pretende con la oposición frontal de los vencedores que se recupera la dignidad perdida. Como pueblo, como patria y como nación. Sin conseguirlo. Los vencedores creen que la reconciliación ya es un hecho y que no hay que abrir heridas…
Pretendo hacer un paralelismo de esta situación nacional en el año 2018, comparándola con el conflicto vasco-español. Solamente el cinismo y la hipocresía hubieran evitado que lo hiciera.
Durante la dictadura, ETA como banda criminal, hizo eso, matar, asesinar, chantajear, secuestrar… Y después de la amnistía siguió matando y masacrando sin piedad durante toda la transición. El Estado, es decir, el Gobierno declaró la guerra a ETA, la guerra sucia… Y en la contienda se cometieron crímenes por ambas partes. Evidentemente ETA fue más criminal que el Estado… ETA contra los GAL. Y los GAL contra ETA. La implicación del Gobierno fue constatada por los jueces.
En estos días después de cesar los crímenes terroristas, ETA ha decidido disolverse, es decir desaparecer como organización. Pero el conflicto tiene muchos puntos de vista. Para el Estado las víctimas de ETA es un bien a proteger y las victimas de los GAL, es un ente a olvidar. En el País Vasco el pueblo también está dividido. Unos exigen que los etarras hinquen sus rodillas ante las víctimas y pidan perdón y otros piensan que lucharon por la libertad de su país contra el opresor. El rencor y el odio continúan porque en este fin de conflicto, no se aplican las más elementales leyes y derechos de los que cumplen prisión, al margen de la condena de privación de libertad. Inclusive aquellos etarras que cumplieron condena no se les reconocen sus derechos recuperados. No seré yo quien construya un ensayo con este material informativo, aunque sea muy periodístico. Pero sí me permito hacer un paralelismo porque la historia se repite.
Segunda parte
EL REY TÍTERE
En la transición, el Estado deja impune el genocidio franquista y se olvida de las víctimas de la dictadura. En la actualidad el Estado protege, ampara, reconoce y homenajea a las víctimas de ETA, pero ignora a las víctimas de los GAL que fue Terrorismo de Estado. ¿Alguien piensa que la desaparición de ETA va a traer la reconciliación en el País Vasco? Como nadie se creyó que amnistiando a los verdugos y sus víctimas llegaría la reconciliación. No nos engañemos la reconciliación entre vencedores y vencidos en España es un asunto de Estado pendiente. En el País Vasco sigue pendiente la reconciliación entre los dos bandos enfrentados. Donde aún hay muchas reticencias porque se vieron implicados la sociedad civil y los políticos de las instituciones vascas. Sin olvidar la postura de la Iglesia. En Catalunya la situación se complica mucho más porque la torpeza de la Corona y del Gobierno no tiene límites. El conflicto no es una cuestión catalana es una cuestión de mala gestión del Estado. Los agentes que deberían reconducir el problema toman parte de él.
El Rey y el Triunvirato PP PSOE y C’S han creído que aplicando la legalidad vigente masacrando al pueblo con el violento y forzoso artículo 155 de la Constitución, el conflicto estaría controlado. Todos ellos están invalidados en su origen. El Rey es un Jefe de Estado legal pero está lejos de ser legítimo. Su legalidad se la ha concedido las leyes franquistas y su legitimidad no existe. Rajoy es heredero del más puro franquismo: Franco y Fraga fueron sus padres fundadores. Mantiene una extrema derecha que ha fosilizado el espíritu de la Constitución. Pedro Sánchez ha dado demasiados bandazos todos ellos desde el progresismo hasta la España Federal. Sus barones son amantes de la unidad y son tolerantes con las autonomías donde ejercen de caciques. Y por último Abert Rivera, antiseparatista y entregado a la Unidad Nacional, La Bandera Nacional, el Himno Nacional, con la música de siempre y la letra de Marta Sánchez, musa del nuevo nacionalismo español. Estos cuatro entes con una Constitución atada y bien atada, no hay salida posible al reto catalán.
El Rey con el secesionismo se juega la Corona. Mariano Rajoy es fanático de la ESPAÑA, UNA, GRANDE Y LIBRE, fiel al testamento de Francisco Franco. Pedro Sánchez le gusta y lo utiliza, el maridaje PP-PSOE. Y Albert Rivera es el perfecto comodín: catalán amante de la Unidad de España, apoyado por la burguesía y el capital español.