Está surgiendo una nueva dinastía de bancos basados en internet y las nuevas tecnologías, que operan principalmente a través de los móviles y dispositivos electrónicos, y por eso se les conoce también como “bancos móviles”, que comienza a tener una abultada base de clientela, especialmente entre los millennials, y que amenazan a los bancos tradicionales buscando su espacio en el negocio financiero. Son bancos y plataformas bancarias como Monzo, N26, Bunq, Revolut o TransferWise en Europa, o Simple y Chime en Estados Unidos.
Los millennials se acercan a este tipo de bancos porque no sienten ninguna atracción por los convencionales ni sentido de la fidelidad respecto de una u otra entidad. Son los nacidos entre 1980 y mediados de los 90 y ya suponen una quinta parte de la población española. Sumen a estos de cara al futuro a los nacidos a finales del siglo XX o en el siglo XXI, todos ellos nativos digitales y el cuadro de amenazas quedará completado.
Los millennials no tienen el sentido reverencial, casi mítico de sus padres y abuelos respecto a aquella banca que “concedía” créditos
Ninguno de ellos tiene el sentido reverencial, casi mítico de sus padres y abuelos respecto a la banca, aquella banca que “concedía” créditos. Rechazan esta actitud por prepotente, no quieren comisiones ni pagos que no tienen fácil explicación; buscan servicio, eficacia y rapidez en la gestión.
Confían en la tecnología en la que se han educado y por eso valoran a aquellas entidades que disponen de la tecnología adecuada y desconfían de quien no tiene la tecnología como herramienta principal.
No necesitan contacto personal. Saben lo que quieren y operan a través del móvil, la tablet o dispositivos electrónicos. La visión reverencial no les sirve, no se sienten atados a ninguna entidad y evitan a aquellos que no les dan buen servicio.
Sin contacto personal, con el móvil, tablet o dispositivos electrónicos, crecen en clientes en muy poco tiempo
Estos bancos están creciendo vertiginosamente en número de clientes cada uno de ellos en muy poco tiempo. El rápido progreso evidencia que un gran número de ciudadanos los prefiere y da de lado a la banca tradicional.
Son bancos que operan como si fueran un app, con la mentalidad de una start up, con el objetivo de satisfacer necesidades antes que buscar fuentes de ingresos. Tiene una mentalidad muy distinta a la de los bancos tradicionales, atados a sus fuentes recurrentes de ingresos, algunas de ellas poco transparentes, con sistemas de tarificación y pricing que sacarían los colores a cualquiera y, desde luego, a estos nuevos bancos.
BBVA, una apuesta decidida
Aunque podría parecer relativamente fácil para la banca tradicional sumergirse en este nuevo océano, bien por la vía de las alianzas con algunas de estas entidades más jóvenes, o incluso mediante su adquisición, no son muchos los que se han lanzado al agua. Por ahora, en España es BBVA el banco con una apuesta más decidida y un mayor interés por adentrarse en el terreno de las start ups financieras y las aplicaciones que permiten nuevos servicios y nuevas operativas a sus clientes. Evo Banco es otra de las entidades que están tejiendo alianzas en este terreno para ofrecer servicios más amplios y ágiles a sus clientes y, finalmente, otros como Santander, están entendiendo que no pueden retrasarse a la hora de lanzarse a la piscina de la nueva banca tecnológica.
Muchos bancos ya asentados creen que es una actividad de nicho incapaz de robarles una cuota de clientes significativa
Muchos de los bancos ya asentados creen que se trata de una actividad de nicho, que este tipo de bancos no son capaces de robarles una cuota de clientes significativa, que pueda hacer daño a sus cuentas de resultados. Además, este tipo de banca nueva, piensan, está muy limitada en cuanto a su capacidad y autonomía para ofrecer servicios bancarios de alto valor añadido, que requieren un equipo especializado, un trato personal frecuente y unas redes comerciales y presenciales de gran envergadura.
“Les será muy difícil, siguen pensando, entrar en el negocio de la gestión de patrimonios, así como en la la banca de inversión, corporate finance y en todo aquello que requiera un asesoramiento personalizado, así como en todo lo referente a la financiación en los mercados de capitales. Todo eso quedará para los grandes bancos capaces de ofrecer una banca universal, tanto de carácter minorista como mayorista”, concluyen.
Quizá tengan buena parte de razón al creerse hoy seguros desde la fortaleza de sus negocios, el arraigo entre los clientes y su presencia intensiva a través de unas potentes redes de sucursales, oficinas y corresponsales.
La competencia llega a la cultura corporativa
Sin embargo, no parecen ser conscientes que la competencia de la nueva banca y los nuevos servicios financieros está desarrollándose en el terreno de la cultura corporativa, la experiencia del cliente y el compromiso para resolver sus necesidades y demandas. Ahí es donde los bancos tradicionales van a tener que competir y, probablemente, cambiar sus actitudes y conductas.
Una riada que puede echar abajo los diques en los se parapetan entidades que hoy se sienten inatacables
Quizá esa fortaleza de los bancos más longevos se resienta con el paso del tiempo y con la presión de los usuarios, especialmente a medida que en los próximos años los hoy millennials y no tan millennials vayan adquiriendo un estatus más influyente en el ámbito empresarial, financiero y patrimonial. Una riada que puede echar abajo los diques en los que se parapetan muchas de esas entidades que hoy pueden sentirse inatacables.
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