Conversación tranquila de @jmfrancas con Lino Camprubí (@LinoCamprubi). Historiador, investigador visitante en el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia en Berlín y autor de «Los ingenieros de Franco», que acaba de ganar el premio del Comité Internacional de Historia de la Tecnología al mejor libro del año.
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JM: Lino, ¿cómo ves hoy España?
Lino: Llevo años viviendo en el extranjero, lo que me da cierta distancia tanto frente a los catastrofismos y los excepcionalismos. Aunque es desesperante ver cómo nos empeñamos en ponernos la zancadilla constantemente en un mundo en crisis lleno de incertidumbres.
JM: ¿Fuera es distinto?
Lino: Estuve en París la semana pasada visitando el Museo del Ejército y en una exposición recién inaugurada siguen comparando a Napoleón con César y Alejandro. En Inglaterra tampoco tienen dudas sobre las bondades de su imperio. EEUU y Alemania son distintos. Pero el alcance de la leyenda negra española es más profundo que el de esos teledirigidos dos países.
JM: Pero si es mentira la leyenda negra ¿a que jugamos?
Lino: Hay a quien le interesa imponer, mantener y fomentar sus privilegios frente a otros ciudadanos españoles y, aunque son pocos, tienen mucha fuerza de convicción. El ejemplo tradicional es la importancia del puñado de votos del PNV, que lo mismo te pone un presupuesto que te quita un gobierno, asegurando así que el expolio del cupo vasco se mantenga y se extienda.
JM: ¿El cupo es un expolio? de hecho es una cifra…
Lino: Que el sistema de financiación se mida por regiones y no por ciudadanos, y lo haga de un modo excepcional basado en supuestos privilegios históricos debería ser atacado por los desfavorecidos como un robo más propio del Antiguo Régimen que de un Estado Moderno. Quizá como un rémora del carlismo y el tradicionalismo, en los que la nobleza y la Iglesia se enfrentaban a cualquier intento de igualar a los ciudadanos ante la ley.
JM: Pero el ‘concierto’ es Constitucional, cualquiera lo cambia…
Lino: Efectivamente. Aunque los virajes de la política española son impredecibles. Igual consigue Cataluña condiciones especiales o igual las pierde el País Vasco. Todo puede pasar en los próximos años.
JM: ¿Tu piensas que esa sería la solución? De hecho con la exigencia del ‘pacto fiscal’ empezó todo.
Lino: Ni hablar. Tal vez fuera la solución, pero inaceptable para el resto de españoles. La solución la veo más por la recentralización de ciertas competencias clave y el fin de la tolerancia con discursos victimistas y exclusivistas. Que partidos tan pequeños y declaradamente anti-españoles tengan tanto poder en la política nacional es inimaginable en otros lugares. Tal vez sea suicida.
JM: ¿Ves posible recentralizar algo?
Lino: Si, como digo hoy todo parece posible. La cosa está llegando a límites que alguien tendrá que parar en algún sentido. No sé en cuál.
JM: Rojoy se va, siempre envuelto en la bandera de España, Sánchez, el de mil naciones, viene y nombra a Borrell en exteriores. ¿Raro es no?
Lino: Si, muy curioso. Y a ambos les apoyó el PNV. ¡Son tiempos desde luego interesantes!
JM: ¿El nuevo gobierno será inflexible con la unidad de España?
Lino: Soy historiador, no futurólogo, jeje; seguramente no lo saben ni ellos. Pero el problema es más profundo que la retórica de los grandes partidos. No puede seguir desgastándose España en cuestionarse su propia existencia. Pongamos por ejemplo la crisis económica: sin un mínimo plan nacional que mire más allá de los 17 intereses regionales, cualquier salida será sólo aparente y nos tirará más a los pies de los caballos europeos y del capitalismo financiero. Hay verdaderos escándalos de los que no se hablan y que son mucho más profundos que el robo de un puñado de políticos sin vergüenza o que la supuesta «identidad cultural de los pueblos de España”.
JM: ¿A qué escándalos te refieres?
Lino: Falta de planificación de la producción industrial, de la energía para el futuro, o de infraestructuras portuarias, por ejemplo. La economía global es extremadamente competitiva e implacable. Andar perdidos en luchas internas o esperar que Europa nos sacará del agujero es de una ingenuidad enternecedora.
JM: Pues asi estamos, ¿qué nos falla?
Lino: Menos mirarnos el ombligo y más mirar fuera. Es fuera de nuestras fronteras dónde puede empezar a responderse a la pregunta por España, por ejemplo en América. Como decía Gustavo Bueno, hablar de la historia de España es hablar de Historia universal. Los regionalismos que postulan esencias culturales son simples delirios desde esta perspectiva.
JM: ¿Necesitamos ‘patriotismo?
Lino: Patriotismo histórico filosófico, y pragmático; exento de esencialismos, de mitos y de leyendas rosas. Capaz de aceptar el pluralismo y el estado del mundo actual. Los patrioteros tradicionalistas que se refieren a una supuesta Arcadia católica pasada son tan falsos como inoperantes en nuestro presente.
JM: Define patriotismo frente a patrioteros.
Lino: Más que a una definición general, me refería en concreto a la tendencia en algunos grupos de entender la patria no como la tierra donde yacen nuestros padres y nos sustenta, sino como una esencia mítica.
JM: ¿La derecha tiende a esencia mítica entonces? Y a la izquierda, ¿qué le pasa a la izquierda española con la patria?
Lino: Algunas modulaciones de la derecha, sí. Pero, ¿que más derecha que los nacionalismos étnicos sustentados por sus respectivos obispos regionales? Tampoco hay una única izquierda. En ‘El mito de la izquierda’, Gustavo Bueno definió seis generaciones sucesivas, además de una izquierda indefinida (respecto al Estado). Ahí se moverían muchos votantes de Podemos hoy, una suerte de anarquismo ma non troppo.
JM: Gracias Lino, tendremos que seguir en otra ocasión profundizando en este tema. Un abrazo.
Lino: A ti, un abrazo y hasta la próxima!