Las orejas de Pedro Sánchez

21/07/2014

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Arrastrado por la sombra de la intención que le difumina, acaso como fantasmal silueta emergida de la profundidad del bosque donde una España democrática se oscurece, surgen las orejas del lobo. Mejor será la caza cuanto más duradera sea la estrategia antes del ataque y nada quedará instintivamente al azar, porque la lid política en algunos no se diferencia de la cacería que practica un ser irracional. Las orejas de Pedro Sánchez están enhiestas.

Mal inicio contentar el sectarismo político con una declaración de intenciones tan vergonzante como el incumplimiento de pactos en Bruselas. Catorce diputados socialistas votaron en contra de Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión europea. Alinearse con la Europa radical es un pretexto perfecto para asociarse con lo antisistema que va germinando en bloque por las dispares corrientes de corte extremista. No va a desaprovechar la oportunidad quien clarividentemente ve la ocasión de liderar el PSOE mediante un giro radical a la izquierda que no necesita de máscaras ni disimular el puño cerrado.

La ambición del nuevo secretario general del PSOE es tan arribista como radical, y no lo disimula. Tampoco le hace falta con los antecedentes zapateristas y las impunidades del felipismo. Maestros abundan en las filas donde se crió, mamando la demagogia y el oscurantismo. Porque el socialismo desde 1983 siempre ha sido de la misma cuerda: la de la soga al cuello del PIB y del aplauso a la chapuza; la de la miserable concepción de la política por la mentira y del todo cuela como el todo vale. Pedro Sánchez no es distinto, pero no se esfuerza en velar lo que otros escondieron con tan nefastos mandatos que el favoritismo jurídico no penalizó. Ufano jugará las mejores cartas de lo frente populista, por el declive de nuestro esparcimiento democrático y sus contiendas ideológicas; acaso llegan otras rivalidades menos permisivas.

Asoman las orejas como a los lobos en la manada: atentos, alertas, babeantes y olisqueando la presa en esta España conejera, cercada por tanto depredador que no oculta los colmillos afilados. No es extraño en un país desintegrado institucional y económicamente en ocho años y que causa una profunda decepción social tras el mandato de Rajoy en dos; ajeno el gallego a todo lo que tenga que ver con el gobierno del pueblo para el pueblo, pero centrado en la explotación del ciudadano-careciendo de toda habilidad comunicativa para justificar el sacrificio perpetuado-, aunque peligre el propio sistema.

Al Partido Popular para las próximas elecciones generales se le puede colar el lobo en este gallinero en que ha quedado constituido un espectro político sin credibilidad, presa fácil del oportunismo que se unificará en una sola gavilla izquierdista dando caza a la generación liberal incapaz de frenar la hecatombe de lo indignado, ahora con representación parlamentaria y racionales revanchismos cuyos caninos están prestos al bocado en la yugular del orden establecido.

Muchos lo vislumbran con malévola ilusión: Podemos es una oportunidad única para volver a hacer historia al estilo de 1931. Viendo el percal de la estrategia ventajista que se avecina, aglutinando el credo marxista-leninista, Pedro Sánchez no hará ascos a la avidez de un futurible gobierno de carácter radical e irá preparando el camino a las generales aliándose con los que haga falta. Los guiños a ETA y al secesionismo tampoco se harán esperar… un puro reflejo de los antecedentes con Zapatero.

Las orejas de Pedro Sánchez son puntiagudas, no hay que dejarse llevar por las apariencias de moderación. Rodríguez Zapatero firmó el «papel mojado»-Fernández de la Vega dixit -del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y ya sabemos en qué acabó que estuviera hablando tres años con ETA antes del 11-M. Nacimos ayer, sí.

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