Un reciente informe del Consejo de Estado ha puesto otra vez en el foco mediático la tragedia del Yakovlev. Ha faltado tiempo, a ciertos personajes, para lanzarse sobre la presa movidos, no solo por el informe, sino tambien por el descontento más que justificado de las victimas y la posibilidad de politizar el tema, dándole al PP donde más le duele que es en el ámbito de la guerra de Irak. Personajes como Trillo, sin duda a su pesar, y Bono -el del Cougar-, siempre de justiciero, han vuelto a ejemplificar lo que la política tiene de ruin. No olvidemos que inmediatamente se han sumado los carroñeros mediáticos de siempre, que han puesto el altavoz con el objetivo de condenar de por vida a un pepero histórico como Trillo que, negándose a actuar con una mínima humildad, da alas a su cacería.
La historia del Yak 42D es de vergüenza. Toda una OTAN no es capaz de trasladar a sus efectivos en uno de los cientos de aviones tope que posee y los factura en chatarras con alas, suponemos que por negocietes de los ‘furrieles’ de turno. Nunca pasa nada, hasta que pasa y, entonces, la solución es ir a toda velocidad para que el tema desaparezca cuanto antes, sin priorizar en absoluto la dignidad de los muertos. Unas identificaciones miserables intentaron poner fin al desastre que había costado, en tiempo pre-electoral, la vida de sesenta y dos héroes enviados por España. A partir de ahí, el tratamiento miserable por parte del ministro Trillo y, más adelante, la campaña política de Bono contra su predecesor, amén de alguna cuestión no menor que vamos sabiendo de pagos de Rubalcaba a la empresa contratista del mortal vuelo, han transformado unos hechos lacerantes, una vez más, en una batalla política.
No entiendo nada. De momento Cospedal, la actual ministra, ha reconfortado a las victimas. Señor Trillo, ¿tan difícil era hacer esto?¿Alguien me lo explica?