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Las aplicaciones para móvil y el móvil en sí mismo se ha convertido en la principal ventana de los usuarios con el mundo exterior. A través de ella, personas de toda clase, lengua y nacionalidad interactúan entre sí, investigan información de su interés, compran productos, dejan comentarios y votan servicios.
Un acto simple, fácil de hacer, inmediato, que traducido de manera colectiva tiene efectos abrumadores sobre la percepción de la reputación online de una marca. En otras palabras, los comentarios, tanto los positivos como los negativos, se viralizan, y los votos sirven de guía para los cientos, quizá miles, de clientes potenciales indecisos que entran en un comercio electrónico.
No todo depende de la viralización, el posicionamiento en Google es muy importante para que una empresa sea visible. Pero, volviendo a las aplicaciones para móvil, algo fundamental, con independencia de la vía a través de la cual un usuario acceda al sitio web de la marca, es la usabilidad web; es decir, la comodidad a la hora de navegar, entendiendo como tal la rapidez en los tiempos de carga y lo legible e intuitivo que sea el diseño.
Tanto si el usuario llega a la web motivado por los comentarios de otras personas en RRSS como si lo hace porque la encuentra al hacer una búsqueda en Google, no durará mucho si descubre que la web es difícil de entender.
El abandono casi automático de una web después de entrar es lo que se conoce como «tasa de rebote», y también afecta a las aplicaciones.
El éxito de las apps reside en que el tipo de pantalla y dispositivo al que debe adecuarse la hace idónea para los diseños minimalistas y las interacciones inmediatas, ya que el acceso a las secciones y subsecciones es táctil.
Por esa razón, la usabilidad web ha de ser particularmente importante a la hora de crear y desarrollar la interfaz de una aplicación para móvil, ya que por lo general la mayoría de los usuarios acceden a una web corporativa a través de sus teléfonos. En resumen, la mitad del éxito reside en la app.
