La responsabilidad moral y económica de cuidar de animales

Tenemos la concepción de que cuidar de una mascota es menos importante o menos complicado que cuidar de un hijo. En realidad, eso tiene un nombre: especismo. Los animales,...
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Tenemos la concepción de que cuidar de una mascota es menos importante o menos complicado que cuidar de un hijo. En realidad, eso tiene un nombre: especismo. Los animales, ya sean perros, gatos o canarios, son seres vivos, y como tal merecen una consideración mínima y un respeto obligatorio si se pretende cuidar de ellos.

No son regalos, algo que desde siempre se ha creído, adoptándose como tierna y normal la imagen del padre que le pone un lazo a un cachorro y se lo regala a su hija pequeña por Navidad. Los niños, como los adultos, tienen que aprender que cuidar de un animal conlleva una serie de responsabilidades.

Por supuesto, y aunque la mayor de todas es la concienciación individual y colectiva sobre el valor de la vida no humana, otra de ellas es la económica. Las dos están estrechamente relacionadas, ya que muchas personas, cuando descubren que no pueden cubrir los gastos de su mascota porque no se tomaron la molestia de reflexionar antes si podían hacerlo, dan en adopción a las mascotas, las regalan o, peor aún, las abandonan.

Nada justifica el abandono de un animal, y mucho menos de recién nacidos, exponiéndolos a la dureza del clima y de la vida en la calle. Incluso en el caso de no haber hecho los cálculos monetarios correctos, siempre se puede recurrir a préstamos en el acto.

Eso, o ayudas de familiares o préstamos de dinero de amigos. Incluso donaciones, ya que hoy en día es posible abrir crowdfundings online explicando la situación. Si se promociona como es debido en redes sociales y plataformas de ONGs o asociaciones de protección animal, sin duda se conseguirá la suma acordada.

No obstante, hay personas que no recurren a la ayuda de seres queridos o prestamistas no porque no puedan hacerlo, sino porque encuentran mucho más cómodo dejar de cuidar al animal del cual se responsabilizaron. Todas esas personas, que los ven solo como objetos de decoración para el hogar, son las que deben aprender o, en el peor de los casos, apartarse de cualquier ser vivo en cualquiera de sus formas.

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