En 1927 se estrenó oficialmente la primera película del cine sonoro El Cantor de Jazz dirigida por
Alan Crosland. Ese momento marco un hito histórico, un antes y un después irreversible en la
historia del arte cinematográfico. Ahora bien, hay día de hoy, nos maravillamos que cien años
después, sigamos consumiendo este tipo de películas. Las películas mudas no se legislaron, ni se
impusieron a un tipo de audiencia, simplemente, podía gustar más o menos y con la llegada del
cine sonoro, la gente escogía, no había ningún tipo de mensaje subliminal al respecto.
Lo que demuestra la história, una y otra vez, es que la bondad no se puede legislar desde los medios
dispuestos al servicio de la tiranía. La Pravda fue un diario servil, un medio de comunicación al servicio del
poder comunista, caído de forma drástica tras el paso de Mijail Gorvachov como presidente del último
Gobierno soviético. El exdirector de La Pravda vio, como en poco tiempo paso, de tener una tirada de
millones de ejemplares, a tan solo setecientos mil.
Lo que Mijail Gorvachov pudo contemplar durante su mandato, fue que no se puede legislar a punta de
pistola desde el Kremlin. Obligar a una sociedad a cumplir con una moralidad establecida desde el gobierno,
produce personas desafiantes, y gobernantes tiranos que pierden su sentido moral.
La moralidad es una revolución desde el interior, no una legislación vertical y horizontal. Por eso resulta
descorazonador cuando el editor de la Pravda en la era soviética dice que el cristianismo y el comunismo
tenían muchos ideales en común: igualdad, compartir, justicia y armonía racial. Aunque tuvieron que admitir
que la teoría marxista de llevar a cabo dicha misión había producido las peores pesadillas que el mundo
hubiera visto jamás.
Cualquier intento de mutilar al hombre su libertad, de imponer límites a los anhelos infinitos vislumbran un
futuro sombrío, oscuro y maléfico. El hombre como tal, necesita el misterio, lo inconmensurable y lo eterno.
El hombre como bien dice Juan Pegueroles: «El hombre se demuestra cada día más así mismo, que es un
hombre y no un tornillo».
Pero este absurdo hecho de querer imponer continuamente una manera de opinar, sigue más vigente en
nuestros días que nunca. Cada vez más medios de comunicación con la llegada de la tecnología quieren
imponer su única manera de pensar, su pensamiento unicista por encima de todo. Estoy de acuerdo también
con el gran escritor ruso Dostoievski cuando llega a esta conclusión: «Una libertad ilimitada conduce a
la negación de la libertad y que el hombre solo puede ser libre sometiéndose a Dios, saliendo
de su ensimismamiento y enajenándose en Dios».
Dios también tiene límites, esa misma libertad con límites es la que nos proporciona una verdadera
libertad, porque el sentido de libertad sin Dios, es que todo vale y nada está sujeto a nada, solo a los
estándares de mentes retorcidas por el poder.
Por lo tanto, tenemos que observar con diligencia, que la libertad a de tener su propia observancia
de una ley y de una justicia. Ambas manifestadas al servicio del bien de la sociedad.
Pero lo que tenemos a día de hoy, es una reconversión de la antigua Pravda, en los medios de
comunicaciones occidentales, desde donde las macrocorporaciones están manipulando a todas las
sociedades y mercados. Con la desaparición de los valores tradicionales en los estamentos
gubernamentales llega la tiranía, una tiranía formulada para golpear las vidas conservadoras con la
fuerza del martillo de Thor.
La Pravda significa verdad, si está nueva verdad impositiva es la verdad absoluta, yo no la quiero,
tampoco a mi alrededor. Quedénsela, todos aquellos mojigatos isquémicos llenos de mamarrachadas
como diría el escritor Juan Manuel de la Prada.
Yo, me quedo con el cine mudo de antes, simple y llanamente, puro e inocente. Ese cine silente al
que se denominó «la edad de la pantalla de plata» con películas como El Herrero de Buster Keaton.
Arthur Charlan / 01-05-2022