Alguien debería escribir un libro sobre la negación del mal. Ocurrió con Hitler en la noche de los cuchillos largos, y con el alzamiento bolchevique en la Unión Soviética. Actualmente el mal vuelve a planear sobre nuestras cabezas, y si no hacemos algo, se volverá a alzar en tiempos futuros invadiendo todos los rincones de nuestras vidas.
El mal acecha, y es muy real. La izquierda autoritaria como en tiempos pretéritos se está alzando paulatinamente en convergencia con otros partidos políticos que ensalzan y financian los movimientos sin impunidad. Los últimos días en Barcelona hemos podido observar como un grupo de violentos tomaban las calles de la ciudad, asaltaban y saqueaban los comercios en nombre de la «Libertad de Expresión» y su avalador Hassel, sin una condena explicita del partido de Pablo Iglesias, ni por parte de grupos independentistas catalanes como ERC, Junts o la CUP. Todos estos partidos fomentan no solo el odio a través de la excusa del fascismo estos días, sino que alientan con sus actos la mayor de sus vergüenzas.
La amenaza mucho mayor para la democracia reside en una izquierda autoritaria que ahora está ascendiendo en prácticamente todas las instituciones. Pero el peor problema reside en la pasividad y el silencio de la sociedad como en el alzamiento y ascenso de Hitler en Alemania. El silencio de la masa fomenta el crecimiento de los violentos y el desarrollo de las políticas futuras.
«El discurso público de nuestro país está plagado de desinformación, de teorías conspirativas y mentiras»
El tejido social sigue destrozando, todo en nombre de la superioridad moral depravada y no aprendida de una izquierda ultra radical, que pretende gobernar con la espada de Damocles.
Las personas desesperadas por su supervivencia pueden aceptar cualquier solución que les dé esperanza, incluidas las restricciones forzadas que les imponen las autoridades. Incluso el progresismo, el socialismo o el comunismo pueden ser aceptados por una sociedad anticomunista, como sucedió en Rumania o en otros países de la Europa del este, después de la Segunda Guerra Mundial.
El pastor Cristian Ionescu un inmigrante rumano, refugiado religioso en la ciudad de Chicago en Estados Unidos, que huyó de la persecución en la Rumania comunista dijo en una entrevista reciente con The Epoch Times, titulada «Crossroads».:
«Cuando la sociedad es llevada a una etapa de pensamiento colectivo en términos de supervivencia, cuando busca desesperadamente la supervivencia, se puede persuadir para que acepte todo», «Esta es la razón por la que cada vez que las autoridades imponen algo u ordenan algo, me acerqué a él con mucha desconfianza. […] En un sistema democrático, las autoridades deberían ser capaces de convencer a la gente de aceptar algo [por el bien común] y no dictarlo, esa es la diferencia entre el totalitarismo y la democracia», continuó el pastor Ionescu.
Durante el gobierno comunista en Rumania, se enseñó en las escuelas que el comunismo y el marxismo nunca podrían imponerse pacíficamente a la sociedad, esto solo se puede hacer a través de la revolución, dijo el pastor Ionescu. Esto se debe a que las personas nunca renunciarán voluntariamente a sus libertades, bienes y privilegios, por lo que deben ser arrebatados… fuerza, agregó el pastor.
Para obtener el control total de la sociedad, las autoridades deben producir tanto odio y división como sea posible, dijo el pastor Ionescu basándose en sus experiencias de vida con la Rumanía comunista. Aunque el socialismo fue impuesto a Rumania por el Ejército soviético, el control de la sociedad tuvo que ser mantenido por el Partido Comunista, dijo el pastor Ionescu. Para lograrlo, el gobierno creó «una sociedad de miedo, de supervivencia, carente de los bienes básicos que recibe como suministro de las autoridades», explicó el pastor.
El actual sistema occidental, ha tomado el control de los centros educativos, los medios de comunicación y de todos los puntos críticos de la sociedad por una especie de marxismo disfrazado de neoliberalismo que está avanzando hacia un sistema totalitarista que se va imponiendo paulatinamente, bajo la atenta mirada pasiva de la sociedad. Esperemos que no sea tarde para despertar.
Arthur Charlan 26/02/2021 Publicado en el The Traditional Post