Conversación tranquila con José Javier Esparza, escritor, periodista, especializado en divulgación histórica, director de «Tiempos Modernos» en Intereconomía TV.
Yo: Javier, ¿algún precedente histórico que nos ayude a entender el proces?
José Javier: Y veo dos. Uno, el de 1640, cuando la oligarquía barcelonesa intentó usar la furia popular contra España y la cosa se le fue de las manos. Otro, evidentemente, el de 1934, con proclamación de Estat Catalá incluida. Pero hay diferencias sensibles.
Yo: ¿Alguna diferencia clave a destacar?
José Javier: La fundamental es que ahora la hegemonía nacionalista en Cataluña forma parte del propio sistema de poder español desde hace 40 años, la ha estimulado el propio Estado. Lo cual ha permitido a los nacionalistas entregarse tranquilamente a la construcción del sentimiento nacional catalán con la anuencia, la complicidad o la tolerancia de los poderes del Estado.
Yo: ¿Eso hace imposible vencerle?
José Javier: No. Eso exige, primero, entender la verdadera naturaleza del fenómeno, y después actuar en consecuencia: el plano del combate no es el de la legalidad institucional (una batalla que hay que dar en cualquier caso) sino el de la legitimidad social, cultural.
Yo: Y según tú, ¿cuál es la naturaleza real del fenómeno?
José Javier: Esa que te decía antes: la construcción de un sentimiento nacionalista creciente y pronto mayoritario, la construcción de una legitimidad nacionalista, y el hecho de que ésta se haya edificado desde la propia estructura del sistema de 1978. La rectificación, por consiguiente, no puede limitarse a la adopción de medidas circunstanciales («parches»), sino que debe extenderse a una transformación a fondo del sistema político español.
Yo: ¿Reforma constitucional?
José Javier: Empezando por ahí. Y sobre todo, que la clase política española deje de pensar en términos de sistema (salvar la estructura de poder vigente) y empiece a hacerlo en términos de nación (española).
Yo: La nación les da como grima, más a la izquierda que a la derecha, ¿por qué les pasa eso?
José Javier: Por razones históricas, fundamentalmente. La izquierda española ha sido incapaz de crear su propio concepto de nación. Y la derecha ha virado hacia la idea mundialista de la globalización. Hoy ambas convergen en ese horizonte.
Yo: ¿En el vacío?
José Javier: Si tú suprimes un marco nacional de pertenencia, una comunidad política visible, no puede extrañar que alguien construya su alternativa y tenga éxito. Para ellos no es el vacío, sino el horizonte final de la humanidad moderna. El Estado Mundial kantiano.
Yo: Explícame ese Estado kantiano.
José Javier: Lo decía Kant en «Ideas para una historia universal en clave cosmopolita». Para la mentalidad moderna, ilustrada, los arraigos particulares en identidades concretas son obstáculos al libre despliegue de la razón y del comercio. Es lo que estamos viendo construirse hoy a gran escala en todo Occidente: desaparición de los instrumentos «regalianos» del poder (acuñación de moneda, ejército, etc.) y de las identidades culturales singulares. Es un proyecto ideológico consciente, no es un azar.
Yo: Pero esto va en contra de los nacionalismos, el catalán incluido, ¿no?
José Javier: En parte sí y en parte no. Los pequeños nacionalismos disgregan a los grandes Estados, luego coadyuvan al proceso. Máxime si se trata de nacionalismos progres que estimulan la inmigración musulmana. Por ejemplo.
Yo: ¿Me hablas de ir hacia el ‘mundo feliz’ de Huxley?
José Javier: Hoy vivimos ya en eso, ¿no? Y es bastante poco feliz.
Yo: Es horrible, nos quieren como borregos…
José Javier: Es el sueño moderno del individuo puro, sin ataduras ni lazos de tipo comunitario, religioso, cultural, político…El cosmopolitismo ilustrado se da la mano con el internacionalismo marxista y el mundialismo capitalista.
Yo: En todas las novelas serias de ciencia ficción se llega a eso, pero surge alguien que se rebela y gana. El hombre no esta hecho para el establo.
José Javier: Creo lo mismo. Precisamente por eso las identidades históricas de tipo político y cultural son instancias de resistencia. El poder las quiere suprimir. Acuérdate de lo que dijo Hillary Clinton en la campaña electoral: hay que exigir que los poderes públicos intervengan en los dogmas religiosos y las tradiciones fuertemente arraigadas. Volviendo a nuestro tema, precisamente el sentimiento nacional español es una de esas resistencias.
Yo: Vaya peligro era la Hillary esa…
José Javier: Mucho más peligrosa que Trump.
Yo: Sin duda, quería ser una especie de papisa laica.
José Javier: Francisco es más eficiente.
Yo: Y eso. ¿En que sentido?
José Javier: Transmite el mensaje mundialista de manera menos traumática. Es la transformación del ecumenismo en disolución. Mira ese sello del Vaticano con Lutero y Melanchton al pie de la cruz. La confusión extrema en nombre de la misericordia.
Yo: Tengo fe ciega, nunca mejor dicho, en el Espíritu Santo.
José Javier: El Espíritu Santo es otra instancia de resistencia.
Yo: Me has dicho de empezar por cambios en nuestra Constitución pero, ¿en qué dirección piensas deberían ir?
José Javier: Creo que en general se precisa una reforma en sentido nacional de la democracia española. Lo cual significa acentuar los elementos de integración y anular los de disgregación. so vale tanto para el coste del Estado autonómico como para la reforma de la educación, de los medios de comunicación públicos, de las fuerzas policiales, etc. Ya sé que es exactamente lo contrario de lo que maquinan nuestros políticos.
Yo: Javier, visto lo que me dices y conociendo los políticos que tenemos, habrá que recurrir sin duda a la resistencia del Espíritu Santo…
José Javier: Ya sabes lo que decía el clásico: el Espíritu sopla donde quiere…
Yo: Gracias Javier, que sople por favor cuanto antes…
José Javier: Hay que largar ya las velas, por si acaso: que no nos pille con el aparejo plegado.
Yo: Javier, un abrazo y hasta pronto, habrá que hablar del Islam…
José Javier: A tu disposición. Muchas gracias. Un abrazo muy fuerte.