Tristemente un día tras otro la injusticia, la decadencia y la barbarie le dan una estocada a la esperanza del venezolano. De lunes a lunes hay una noticia que le da un batacazo en las piernas a los que quieren levantarse y salir del abismo en el que esta dictadura lanzó a Venezuela.
Ver cómo tranquilamente queman vivo a un delincuente en la calle y lo graban. El argumento: a falta de policías, bueno, le damos nosotros. Los linchamientos están de moda en el «timeline» de las redes sociales. Ver cómo el «gobierno» es cómplice de un acto sanguinario como el de los mineros descuartizados y lo esconde (entre muchos otros), cómo el hampa sin control asesina a diario a gente buena y motivo de orgullo para el país, gente productiva como el músico Larry Salinas (ente muchos otros); o cómo «asesinan» también la libertad de expresión al sentenciar a un medio de comunicación como el Correo del Caroní por investigar y decir una verdad que la dictadura venezolana no quería que se supiera (entre muchos otros).
Así pasamos los días, retando a la capacidad de asombro, para ver si un día pasamos de asombrarnos por injusticias a asombrarnos por alguna buena noticia. Hoy la paciencia de los venezolanos, así como el cinismo y el «yo no fui» del régimen dictatorial, es lo que me asombra.