El concepto de autogestión está empezando a consolidarse en la actualidad. De hecho, podríamos decir que todavía es un neologismo, ya que no se ha extendido del todo y es utilizado sobre todo en ciertos círculos.
La autogestión tiene un componente económico en su definición y, en pocas palabras, se refiere a la capacidad de una persona, un grupo, una asociación o una organización independiente de gestionarse los recursos financieros sin ayudas extraordinarias de empresas o servicios públicos.
Dicho de otro modo, una asociación sin ánimo de lucro subvencionada por el estado no es autogestión, pero un grupo que consigue dinero vendiendo o recaudando mediante donaciones, sí. Si la autogestión ha proliferado en los últimos tiempos es debido a la confluencia de múltiples factores socioeconómicos imperantes en nuestra sociedad a día de hoy, algunos buenos y otros malos.
Dentro de los buenos destacamos internet como poderosa plataforma de difusión y de gestión económica gracias, entre otras cosas, a las plataformas de micromecenazgo online o a la posibilidad de emplear préstamos con Asnef de WannaCcash.es en sitios web especializados.
Pero la autogestión virtual no es la única que existe, y también es posible recaudar dinero en físico. Por ejemplo, a través de mercadillos de artesanía solidarios y eventos con hucha de donaciones. También mediante la promoción en las calles de la agrupación en lugares con mucha afluencia de personas.
Incluso, por qué no, aportando del propio sueldo personal. No obstante, y aquí entramos en los motivos negativos por los que la autogestión triunfa, muchas personas emplean esta modalidad de recaudación económica y creación de sociedades debido precisamente a que en el ámbito personal disponen de pocos recursos monetarios, quizá por situaciones de desempleo.
Aun así, la autogestión está impregnada de una filosofía de autenticidad bonita y satisfactoria. Por lo general, los grupos autogestionados operan al margen del sistema capitalista y de lo mainstream, ofreciendo arte o grupos de apoyo que normalmente no solemos ver en asociaciones subvencionadas o privadas, más encorsetadas en una serie de reglas comunes.
Por esa razón, y con independencia de nuestra capacidad adquisitiva, la autogestión merece seguir avanzando.