En nuestro país, sin ir más lejos, no pocas niñas están siendo víctimas de otro atropello fanático: La ablación. Pero estemos tranquilos, que los obispos no elevarán su voz contra estas castraciones. Esta actitud también tiene una interpretación cristiana. A una niña a la que se le extirpa el clítoris, mediante el acto carnicero y criminal de la ablación, le han privado para siempre de las sensaciones que su cuerpo, según ha sido creado, le llevarían al orgasmo, máximo placer femenino. Para los obispos la ablación no aparta a la mujer de su fin, que es la maternidad. De esta manera, una mujer sin clítoris se acerca más a la Inmaculada Concepción, símbolo de la maternidad sin placer y sin dolor. Si se ha violado el quinto mandamiento que condena toda agresión a la vida humana y su integridad física, es menos importante que la pureza y la virginidad. En el Congreso de los Diputados, la España de izquierdas, laica y demócrata, explicaba en la pasada legislatura hábil, ante el espanto y la intolerancia de las derechas, una solución médica y científica para reconstruir el clítoris de la mujeres, Sí, para que puedan realizarse sexualmente como mujeres, al margen de que deseen ser madres. No se me ocurre añadir más…
8 julio, 2016
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