23 noviembre, 2018
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Analizamos el artículo de Pablo Iglesias: ¿Para qué sirve hoy la monarquía?
«¿Sigue siendo útil la monarquía para nuestra democracia?». Esta es la pregunta que se hace el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en las páginas de El País. El líder de Podemos cuestiona “para qué sirve” a día de hoy esta institución y aboga por la instauración de una república.
«Una nueva república será la mejor garantía para una España unida sobre la base del respeto y la libre decisión de sus pueblos y sus gentes», asegura Iglesias, que previamente hace un recorrido por las cuatro décadas de la monarquía española. En concreto, sobre el papel que Juan Carlos I ha jugado «en la Transición que llevó a nuestro Estado de una dictadura a una democracia homologable a las de la Europa occidental de entonces».
La Transición, explica, «fue el resultado de la correlación de fuerzas (o de debilidades como dijo Vázquez Montalbán) entre actores políticos y sociales procedentes de la dictadura y de la resistencia democrática». Según el líder de Podemos, «los primeros tenían casi todo el poder pero ninguna legitimidad; los segundos contaban con toda la legitimidad pero apenas tenían poder».
«El resultado de la Transición decepcionó a algunos sectores de la oposición democrática. A una parte de las bases más activas que protagonizaron una lucha antifranquista llena de heroísmo y sacrificios, le decepcionó que no se produjera una ruptura democrática con la dictadura, sino una negociación con los sectores del régimen dictatorial que habían entendido que la modernización de España solo podía producirse en democracia y en Europa», argumenta.
Como apunta Iglesias, es evidente que la Transición decepcionó a todos los republicanos, ya que las fuerzas políticas antifranquistas en 1977 pudieron pactar con el Gobierno de la República en el Exilio, pero en lugar de eso, pactaron con los poderes fácticos y las élites beneficiarias del franquismo: la Iglesia, el ejército, la monarquía junto con el franquismo residual. Es decir la República fue traicionada, enterrada y olvidada en cunetas por quienes tenían la obligación histórica y moral de defenderla.
Para el dirigente de Podemos, «no hubo ni revolución a la portuguesa ni ruptura y el desencanto se apoderó de muchos militantes antifranquistas, republicanos por definición y tradición, que se sintieron traicionados por los líderes y los grandes partidos de la izquierda. Eran los héroes y heroínas del antifranquismo, pero eran una minoría. Difícilmente las cosas hubieran podido ocurrir de manera muy diferente».
«El referéndum sobre la reforma política fue un éxito de Suárez frente a la oposición democrática y los resultados electorales —de 1977 a 1982— dejaron claro que la mayoría de los ciudadanos apostaban por fuerzas políticas que habían asumido (PCE incluido), con mayor o menor entusiasmo, el papel central de la monarquía en la dirección del proceso democratizador de España», añade.
«Tanto la monarquía como el ahora rey emérito “no seducían por igual a todos los ciudadanos pero contaron con la aceptación implícita de una ciudadanía pragmática que votó, mayoritariamente en casi todos los territorios, la Constitución de 1978”, explica.
«Es cierto, como dijo Suárez a Victoria Prego en una entrevista descubierta y recuperada por La Sexta (el expresidente trataba de quitarse el micrófono y la periodista se encargó de que no se emitiera ese fragmento) que su Gobierno no se quería arriesgar a un referéndum en el que los españoles habrían podido optar por la República. «Pero no es menos cierto que no se desató en España un movimiento relevante contra la monarquía como consecuencia de que no se hiciera tal referéndum», comenta.
Algo que omite el líder de Podemos y es de suma importancia, es que los partidos republicanos no pudieron presentarse a las elecciones de 1977, por lo tanto difícilmente se pudo defender la opción republicana por estar ausente de la vida política en el Congreso. Además de que los líderes republicanos seguían siendo perseguidos y coaccionados por el incipiente régimen supuestamente democrático.
Para Pablo Iglesias: «España tragó con el heredero de Franco a cambio de democracia, y el heredero, poco a poco y con la ayuda de los grandes medios, se hizo querer por amplios sectores de la ciudadanía. A esto ayudó, apunta en la mencionada tribuna, el golpe de Estado del 23-F. “A pesar de sus claroscuros y de las dudas sobre el papel real que jugó Juan Carlos, contribuyó a consolidar la idea de que solo el Rey podría evitar un golpe que devolviera el poder a la casta militar”.
Sin embargo, 40 años después quizá haya que preguntarse ¿Sigue siendo útil la monarquía para nuestra democracia?. En su opinión, “desde el momento en que la monarquía ya no es el precio a pagar para contar con un sistema de libertades (el Ejército español no es hoy ninguna amenaza a la democracia como podía serlo hace 40 años) su función histórica para la democracia española ha perdido su sentido”. Asimismo, afirma que “si el 23-F reforzó a Juan Carlos, el 3 de octubre debilitó a Felipe VI”, ya que “no fue capaz de erigirse como símbolo de diálogo”.
Para el dirigente de la formación morada “nuestra patria necesita hoy dotarse de instrumentos institucionales republicanos que huyan de la uniformidad y el cesarismo” así como “que representen la fraternidad, que garanticen la justicia social y que reconozcan la diversidad de los pueblos y gentes de España como clave identitaria a proteger y respetar”.
Iglesias termina esta tribuna en el diario de Prisa manifestando la necesidad de “normalizar” el “pluralismo político e identitario” que actualmente es una realidad y ha llamado a “abandonar la crispación y el enfrentamiento entre españoles”. Todo esto “requiere dejar atrás los símbolos que dividen para dotarnos de instrumentos que nos ayuden a seguir caminando juntos como país”. Y esto pasa por una “nueva república”.
«Una nueva república será la mejor garantía para una España unida sobre la base del respeto y la libre decisión de sus pueblos y sus gentes», sentencia Iglesias.
Es evidente que el republicanismo se congratula con la reciente incorporación de esta fuerza política en pro de la República, mas nos preguntamos:
¿A qué República aspira Pablo Iglesias?
En el libro Nudo España, editado por Arpa, donde Pablo Iglesias y Enric Juliana reflexionan sobre un posible escenario republicano. Pablo Iglesias afirma que: «cuando España sea una República -como él defiende-, la bandera tricolor, los símbolos de la Segunda República y del bando perdedor de la Guerra Civil no van a resurgir», porque son «significantes» que «no sirven para construir una mayoría social de futuro».
Desde luego, su punto de vista es respetable, sin embargo las personas que han mantenido vivo el espíritu republicano y que han luchado hasta ahora por ver convertido nuestro país en una República de iguales, ni podemos, ni queremos renunciar; no sólo a nuestros tradicionales valores de libertad, igualdad y fraternidad, representados en la bandera tricolor, tampoco vamos a renunciar a nuestra historia de lucha ni a la memoria de cuantos nos dejaron su legado en defensa de la legalidad republicana. Eso sería volver a traicionar la memoria e ideales que forman parte de nuestra idiosincrasia. Una Tercera República, no solo es posible sino que es necesaria. ¡Viva la República!
Eco Republicano