Por Ramón Palmeral
El día de la Comunidad Valenciana se celebra el día 9 de octubre porque fue el día en que Jaime I el Conquistador (Jaume I) de 1238 entró definitivamente en la ciudad de Valencia, cuando al fin consiguió la rendición del rey musulmán Zayyan ibn Mardanish, después de meses de asedio.
Sin embargo, nunca oirás decir a un alicantino o a un castellonense que son valencianos. Este apelativo nos suena extraño y centralizado, es ciudad donde están los despachos del gobierno de Generalitat Valenciana. Por lo tanto propongo cambiar el nombre de Comunidad Valenciana por Comunidad Levantina, y con otra bandera más integradora de los territorios de las tres provincias levantinas. Una confusión que se ha de solucionar ya y ahora.
Oirás a un sevillano, malagueño o granadino decir que es andaluz, o a uno de Lugo o de Orense decir que es gallego, o a un bilbaíno decir que es vasco, o uno de Barcelona decir que es catalán; pero nunca jamás oirás decir a un alicantino o a un castellonense que es valenciano. Este mal trago se debe al error del Estatuto de Autonomía de 1982 al nombrar Comunidad Valenciana, denominación que no es integradora, porque debió llamarse Comunidad Levantina, que es la lógica: Castellón, Valencia y Alicante.
El territorio de la comunidad actual coincide en «su mayor parte» con el del antiguo e histórico del Reino de Valencia, reino creado dentro de la Corona de Aragón por Jaime I el Conquistador, rey de Aragón y conde de Barcelona, que abarcó desde la reconquista de Valencia en 1238 hasta 1707 año de la derrota la batalla de Almansa, en que, con la promulgación de los Decretos de Nueva Planta para los reinos de Aragón y Valencia sus instituciones fueron abolidas. A finales del siglo XIX se conocía como Región Valenciana a partir del Estatuto de Autonomía el término de «Comunidad Valenciana» se ha extendido y popularizado. También se usa Valencia, aunque este último puede llevar a confusión con la ciudad y la provincia homónimas.
Las diferencias lingüísticas en Alicante no son ni casuales ni por olas de inmigraciones, sino que derivan del tratado medieval de Almizra en 1244 entre las fronteras pactadas entre aragoneses y castellanos. El Tratado de Almizra lo firmó el rey aragonés Jaime I el Conquistador y el infante castellano Alfonso, hijo de Fernando III y posterior rey Alfonso X el Sabio que también tenía Murcia. Por ello, media provincia al sur de Biar (Alicante) habla castellano desde hace ocho siglos y la otra mitad al norte habla valenciano, que no catalán. Actualmente, por la temida «contaminación política de la izquierda» de la que tanto habla nuestro historiador Vicente Ramos, se ha impuesto el estudio y uso obligatorio del valenciano en las escuelas y universidades de Alicante, al menos oficialmente, pero contra natura histórica.
Por eso digo que para una mejor y progresiva identidad regional y comunitaria de integración, nosotros los Levantinos (Castellón, Valencia y Alicante), deberían votar en referéndum el cambio de la denominación de nuestra Comunidad. Entre los levantinos han surgido dos corrientes político-sociales como el blaverismo y el fusterismo.
Dos posicionamientos opuestos, porque el blaverismo es opuesto al nacionalismo valenciano o fusterismo que deriva hacia el pantacatalanismo o pro-catalana e integración o reunificación independiente de los llamados países catalanes: Cataluña, Levante y Baleares. Por ello, cuando hablo de nosotros los levantinos nos entendemos mejor de que al decir valencianos. El fusterismo deriva de la tesis del escritor valenciano de Sueca, Juan Fuster (escribía en catalán) la intelectualidad y de los universitarios de la década de los 60 por su componente claramente antifranquista, que a su vez contagiará a toda la izquierda política a favor del pantacatalanismo del regionalismo valenciano. Cuando Juan de la Cruz Fuster Ortells publica en 1962 su ensayo Nosaltres, els valencianos argumenta las claves del nacionalismo valenciano, y encuentra en Alicante a un gran opositor, a Vicente Ramos quien siempre defendió en Unión Valenciana, a una Comunidad dentro de España y no nacionalista ni tendente al secesionismo como ocurre hoy día en Cataluña.
Por lo comentado propongo cambiar el nombre de Comunidad Valenciana por otro nombre más integrador como Comunidad Levantina y con una nueva bandera también más integradora y diferencial. En un populismo exacerbado del pantacatalanismo, los españoles, de otras Autonomías, no saben distinguir entre la bandera de Valencia y la Catalana, por lo de las 4 barras rojas sobre amarillo del antiguo reino de Aragón. Y debemos diferenciarnos completa y limpiamente, porque los levantinos no somos catalanes, por la deriva independentistas que estos han tomado, y que, por añadidura nos podría perjudicar en nuestra economía futura.