10 diciembre, 2018
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NEORREALISMO HISPANO
Pedro Taracena Gil
Se han editado muchos libros que reflejan la vida en imágenes de la España del siglo XX. Y se ha confundido la historia de España con la historia de la fotografía en España. Sin duda un país que en los últimos cien años ha sufrido tantos cambios de toda índole, proporciona mucha materia fotográfica para divulgar y perpetuar. Pero sobre todo en los últimos setenta años, el fotoperiodismo ha sido el fenómeno que sin duda se ha aprovechado más de las convulsiones sociales. Los historiadores fotográficos están obligados a pasar por los archivos de los periódicos, si desean encontrar los hechos históricos. Pero la asignatura pendiente es seleccionar, censar, datar y clasificar los diferentes movimientos fotográficos, desde el punto de vista creativo y documentalista. Mientras se desarrollaban las secuencias del fotoperiodismo de los años 50, 60 y 70 del siglo XX, se estaban gestando en el seno de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid y su homóloga en Cataluña, el movimiento del Neorrealismo Hispano, paralelo al desarrollado en el mismo periodo en Italia. La escuela de Madrid albergó una auténtica pléyade de fotógrafos que tenían en común el documentalismo y la fotografía creativa. La inmensa mayoría de los fotógrafos que constituían este movimiento, no están representados en los libros que reflejan la vida española en imágenes del siglo pasado. Los historiadores no se pueden molestar a la hora de denunciar este vacío. Italia no lo tiene. España dispone de ello pero de forma dispersa. Deslumbrados por el fotoperiodismo, carecemos de una colección que agrupe a todo este mester de la fotografía. Sin olvidar que el neorrealismo, también, albergó en su seno al mundo cinematográfico. El Neorrealismo Hispano existe pero está en la diáspora. Los responsables de las agrupaciones fotográficas, en cuyo seno surgieron los fotógrafos documentalistas, y las entidades públicas, más sensibles cada día hacia la fotografía, deben liderar iniciativas para recuperar este patrimonio que ya no es de los autores, sino del universo fotográfico. Más adelante se muestra la trayectoria de este movimiento a través de Madrid y Barcelona. Dentro de las agrupaciones fotográficas, no discrepaban sobre el objeto de sus asociaciones, que indiscutiblemente era, la fotografía. No obstante se impuso un liderazgo que mutiló y eclipsó a no pocos fotógrafos. No hay duda que ha contribuido a ello responsables de las propias agrupaciones, comisarios interesados y poco ilustrados, historiadores polarizados en el fotoperiodismo y entidades públicas políticamente contaminadas delegando en personas con escasa visión de los movimientos fotográficos. Quizás también cubiertos todos de un escaso interés por colocar a la fotografía de donde nunca debió bajar, aunque jamás estuvo allí. Es preciso seguir el ejemplo italiano. Dos muestras se han desarrollado en nuestro país.
La mayor parte de la historia de la fotografía de la capital de España de los años 50, 60 y 70, se escribe en el seno de la Real Sociedad Fotográfica. Allí se produce un movimiento fotográfico que tiene su referente en el neorrealismo italiano. La exposición que sobre esta corriente, tuvo en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, constata que este fenómeno fotográfico tuvo, también, su homólogo en Barcelona y en Madrid. Y en el mundo cinematográfico a nivel nacional. Se menciona aquí porque los cineastas fueron albergados en el seno de la Real Sociedad Fotográfica, junto a los fotógrafos. Así lo recogían sus estatutos.
Fotógrafos de Barcelona que constituyeron un movimiento similar al de Madrid. Predecesores o adelantados como Francesc Catalá Roca, sucesor de su padre Pere Catalá Pic y Joaquín Gomis. Sin olvidar Agustí Centelles y Emili Vilá. Y más contemporáneos con los madrileños son: Carlos Pérez Siquer, Josep Massó, Joan Colom, Oriol Maspons, Ticard Terré, Ramón Masats, éste se considera de La Escuela de Madrid. Leopoldo Pomés, Eugeni Forcano y Xavier Miserachs. Joan Colom se le concede el Premio Nacional de Fotografía 2002. Carlos Pérez Siquer obtiene también el Premio Nacional de Fotografía en 2003 y Ramón Masats recibe en 2004 el mismo Premio Nacional de Fotografía.
El cine español de los años 40 y 50, es un cine en blanco y negro que recogía la gris realidad española, pero toma parte de este neorrealismo, aunque ningún historiador se atreva a mencionarlo por temor a molestar a la más que discutible denominación de origen del neorrealismo italiano. Películas como: Bienvenido Mr. Marshall (1952) y Novia a la vista (1953) de Luis G. Berlanga. Cómicos (1953) y Muerte de un ciclista (1955) de Juan Antonio Bardem y El cochecito y El pisito (1958) de Marco Ferreri, son una muestra de esta realidad indivisible entre el cine y la fotografía.
Se pueden añadir sin reparos: Calle Mayor, El verdugo, La busca, La tía Tula, Tristana, Mi querida señorita, Surcos y Los olvidados. Sin omitir La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959) de Fernando Fernán Gómez. Todas estas películas ilustran la versión cinematográfica del neorrealismo español, pese a quien pese.
La historia de la fotografía en España ya está a buen recaudo en manos de los historiadores, siendo su máximo exponente el académico Publio López Mondéjar. No obstante, la intención de este trabajo es mostrar la génesis de La Escuela de Madrid, la creación de grupos de fotógrafos afines, la rivalidad ideológica, que no fotográfica, y el poder ejercido de unos sobre los otros. Cuya consecuencia fue la implantación de una cultura oficialista excluyente y discriminatoria, por razones que nada tenían que ver con el universo fotográfico.
Una muestra del Neorrealismo Hispano la tenemos, quizás, en la primera piedra que un grupo de fotógrafos españoles pone en París en el año 1962. Se trata de una docena de autores de Madrid y Barcelona teóricamente independientes pero que tenían un común denominador; El documentalismo, el reflejo humanístico de la España de los años 50 y 60 y la fotografía creativa. En suma el movimiento del neorrealismo hispano
Fotógrafos españoles en París durante el año 1962
NEORREALISMO HISPANO
Se han editado muchos libros que reflejan la vida en imágenes de la España del siglo XX. Y se ha confundido la historia de España con la historia de la fotografía en España. Sin duda un país que en los últimos cien años ha sufrido tantos cambios de toda índole, proporciona mucha materia fotográfica para divulgar y perpetuar. Pero sobre todo en los últimos setenta años, el fotoperiodismo ha sido el fenómeno que sin duda se ha aprovechado más de las convulsiones sociales. Los historiadores fotográficos están obligados a pasar por los archivos de los periódicos, si desean encontrar los hechos históricos. Pero la asignatura pendiente es seleccionar, censar, datar y clasificar los diferentes movimientos fotográficos, desde el punto de vista creativo y documentalista. Mientras se desarrollaban las secuencias del fotoperiodismo de los años 50, 60 y 70 del siglo XX, se estaban gestando en el seno de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid y su homóloga en Cataluña, el movimiento del Neorrealismo Hispano, paralelo al desarrollado en el mismo periodo en Italia. La escuela de Madrid albergó una auténtica pléyade de fotógrafos que tenían en común el documentalismo y la fotografía creativa. La inmensa mayoría de los fotógrafos que constituían este movimiento, no están representados en los libros que reflejan la vida española en imágenes del siglo pasado. Los historiadores no se pueden molestar a la hora de denunciar este vacío. Italia no lo tiene. España dispone de ello pero de forma dispersa. Deslumbrados por el fotoperiodismo, carecemos de una colección que agrupe a todo este mester de la fotografía. Sin olvidar que el neorrealismo, también, albergó en su seno al mundo cinematográfico. El Neorrealismo Hispano existe pero está en la diáspora. Los responsables de las agrupaciones fotográficas, en cuyo seno surgieron los fotógrafos documentalistas, y las entidades públicas, más sensibles cada día hacia la fotografía, deben liderar iniciativas para recuperar este patrimonio que ya no es de los autores, sino del universo fotográfico. Más adelante se muestra la trayectoria de este movimiento a través de Madrid y Barcelona. Dentro de las agrupaciones fotográficas, no discrepaban sobre el objeto de sus asociaciones, que indiscutiblemente era, la fotografía. No obstante se impuso un liderazgo que mutiló y eclipsó a no pocos fotógrafos. No hay duda que ha contribuido a ello responsables de las propias agrupaciones, comisarios interesados y poco ilustrados, historiadores polarizados en el fotoperiodismo y entidades públicas políticamente contaminadas delegando en personas con escasa visión de los movimientos fotográficos. Quizás también cubiertos todos de un escaso interés por colocar a la fotografía de donde nunca debió bajar, aunque jamás estuvo allí. Es preciso seguir el ejemplo italiano. Dos muestras se han desarrollado en nuestro país.
La mayor parte de la historia de la fotografía de la capital de España de los años 50, 60 y 70, se escribe en el seno de la Real Sociedad Fotográfica. Allí se produce un movimiento fotográfico que tiene su referente en el neorrealismo italiano. La exposición que sobre esta corriente, tuvo en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, constata que este fenómeno fotográfico tuvo, también, su homólogo en Barcelona y en Madrid. Y en el mundo cinematográfico a nivel nacional. Se menciona aquí porque los cineastas fueron albergados en el seno de la Real Sociedad Fotográfica, junto a los fotógrafos. Así lo recogían sus estatutos.
Fotógrafos de Barcelona que constituyeron un movimiento similar al de Madrid. Predecesores o adelantados como Francesc Catalá Roca, sucesor de su padre Pere Catalá Pic y Joaquín Gomis. Sin olvidar Agustí Centelles y Emili Vilá. Y más contemporáneos con los madrileños son: Carlos Pérez Siquer, Josep Massó, Joan Colom, Oriol Maspons, Ticard Terré, Ramón Masats, éste se considera de La Escuela de Madrid. Leopoldo Pomés, Eugeni Forcano y Xavier Miserachs. Joan Colom se le concede el Premio Nacional de Fotografía 2002. Carlos Pérez Siquer obtiene también el Premio Nacional de Fotografía en 2003 y Ramón Masats recibe en 2004 el mismo Premio Nacional de Fotografía.
El cine español de los años 40 y 50, es un cine en blanco y negro que recogía la gris realidad española, pero toma parte de este neorrealismo, aunque ningún historiador se atreva a mencionarlo por temor a molestar a la más que discutible denominación de origen del neorrealismo italiano. Películas como: Bienvenido Mr. Marshall (1952) y Novia a la vista (1953) de Luis G. Berlanga. Cómicos (1953) y Muerte de un ciclista (1955) de Juan Antonio Bardem y El cochecito y El pisito (1958) de Marco Ferreri, son una muestra de esta realidad indivisible entre el cine y la fotografía.
Se pueden añadir sin reparos: Calle Mayor, El verdugo, La busca, La tía Tula, Tristana, Mi querida señorita, Surcos y Los olvidados. Sin omitir La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959) de Fernando Fernán Gómez. Todas estas películas ilustran la versión cinematográfica del neorrealismo español, pese a quien pese.
La historia de la fotografía en España ya está a buen recaudo en manos de los historiadores, siendo su máximo exponente el académico Publio López Mondéjar. No obstante, la intención de este trabajo es mostrar la génesis de La Escuela de Madrid, la creación de grupos de fotógrafos afines, la rivalidad ideológica, que no fotográfica, y el poder ejercido de unos sobre los otros. Cuya consecuencia fue la implantación de una cultura oficialista excluyente y discriminatoria, por razones que nada tenían que ver con el universo fotográfico.
Una muestra del Neorrealismo Hispano la tenemos, quizás, en la primera piedra que un grupo de fotógrafos españoles pone en París en el año 1962. Se trata de una docena de autores de Madrid y Barcelona teóricamente independientes pero que tenían un común denominador; El documentalismo, el reflejo humanístico de la España de los años 50 y 60 y la fotografía creativa. En suma el movimiento del neorrealismo hispano