Justo después de la elecciones del 20D, Felipe habló en su periódico, El País, y dejó claro que el PSOE no podía gobernar con los liquidacionistas, ya fueran Podemos o los secesionistas; además aclaró que no era partidario de una gran coalición, por el simple hecho de que sería regalarle la primogenitura de la oposición a Podemos. La conclusión, en forma de ruego a los dirigentes del bipartidismo tradicional, de aquella entrevista era que “Ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobierne”. Ahora, y dadas las divergencias entre barones socialistas, Felipe afina más y deja claro que al PSOE, a la luz de los nuevos resultados, donde “no hay mayoría alternativa coherente”, no le queda otra que facilitar, si es necesario con la abstención, la constitución de un “Gobierno del PP o encabezado por el PP” y ejercer durante la legislatura una “oposición responsable, exigente y dialogante”, al tiempo que una tarea necesaria de reconstruir “su propio proyecto como alternativa al PP con vocación de mayoría”.
Al contrario que tantas voces políticas que se están alzando sobre cómo salir de este atasco institucional, González, como excusándose frente a los que solo piensan en su partido, dice “Los ciudadanos podrán entender que, a estas alturas de mi vida, se haya reafirmado en mi pensamiento la prioridad de los intereses generales de España y sus ciudadanos sobre cualquier otra”.
No entiendo nada. ¿A que espera Rajoy a llamar a Sánchez y a qué espera este a pensar, en vez de en su PSOE, en España? ¿Alguien me lo explica?