RECONCILIACIÓN ENTRE EROS Y LA CRUZ
El título es sugerente, pero está lleno de contradicciones y de conceptos irreconciliables. Este relato o breve ensayo comienza en la visita a la exposición RECONCILIACIÓN ENTRE EROS Y LA CRUZ, del investigador fotográfico Hipólito del Infantado, colega y amigo. Este fotógrafo es un gran especialista en la iconografía en torno a la desnudez de Cristo. En su pasión, flagelación y muerte. La exposición provocó el escándalo consabido en la España pía del nacionalcatolicismo. Más aún, la intención de sacralizar la sexualidad del mismo Cristo, consumó la transgresión total a los valores del rancio y viejo cristianismo.
Este ingenuo investigador basó su teoría de la reconciliación en su aguda observación. Muchas de sus fotografías presentan imágenes de personas que se adornan el cuerpo con rosarios y de cuyos relicarios penden crucifijos de todos los tamaños. Al margen de los abalorios ajenos al cuerpo, los modelos mujeres y hombres arropan su desnudez con un sinfín de tatuajes, todos ellos auténticas obras de arte con múltiples cenefas y filigranas. La intención de reconciliar ambas iconografías, desde el punto de vista plástico y estético, se había conseguido.
Hombres y mujeres desnudos conjugaban el erotismo con la simbología religiosa con cierta familiaridad. Los modelos de nuestra exposición habían traspasado la línea roja del pudor y del erotismo. Estos personajes mostraban con toda normalidad la presencia de elementos de la Crucifixión, adornando sus cuerpos en evidente connivencia con las provocaciones sexuales. La empatía con la cual observamos estas escenas de erotismo más o menos explícito, nos sirvió para no encontrar justificación alguna a la presencia de la cruz en aquellas escenas eróticas. La pregunta era simple, pero la respuesta al mismo tiempo compleja:
¿Por qué alguien arropa con la cruz una conducta transgresora de la doctrina que emana de los símbolos sagrados contrarios a la sexualidad?
Las cuentas del rosario sirven para ofrecer plegarias a la Virgen María. La sexualidad y la pureza entra en contradicción. Y en el caso de la cruz y la desnudez de Cristo nada tienen que ver, porque el Cristo es expoliado de sus vestiduras para que fueran testigo de su muerte, mientras que los cuerpos desnudos están prestos para el gozo y el placer. En apariencia los símbolos religiosos en esta muestra cumplen una función decorativa y costumbrista. Es posible que ninguno de esos personajes hubiese rezado alguna vez los cinco misterios del Rosario con las Letanías completas.
Según los más conservadores la exposición había transgredido la moral y las buenas costumbres comúnmente aceptadas. No obstante, la comisaria de la exposición no estaba dispuesta a ceder ni un ápice en la estructura de todos los elementos que componen la exposición.
Concluida la inauguración de la exposición, el fotógrafo y amigo, se encontraba muy molesto, no por las protestas de los conservadores tridentinos, auténticos prototipos del Medievo, sino porque no encontraba explicación para ensamblar en una actividad sexual, símbolos religiosos. Aunque éste fue el objeto de su investigación.
¿Provocación? ¿Transgresión? ¿Irreverencia? ¿Profanación? ¿Burla? ¿Escarnio? ¿Blasfemia? ¿Mofa o Befa? Todo ello quizás estaba lejos de herir el sentimiento religioso. No obstante, la legislación española en esta materia se vería naufragar en auténticas arenas movedizas. Con estas interrogantes salimos del local dejándome acompañar por la comisaria del evento, Fedra Doncel y el fotógrafo. Cuando yo creía que el tema estaba agotado, el fotógrafo cariñosamente me increpó y en forma jocosa exclamó: ¿Tu preparación teológica es suficiente como para dar una respuesta sobre la sexualidad del mismo Cristo?
EROS Y YAHVÉ
EROS Y LA CRUZ
Si el Cristo poseía las dos naturalezas, no sería razonable mutilar una de ellas o castrar atributos que la caracterizan y constituyen. Y como consecuencia de esta semejanza con el resto de los hombres, la lógica divina no contemplaría someter a la humanidad a esta contradicción. Ateniéndome siempre a los principios de humanidad, debería ser verosímil que el Cristo tuviera un desarrollo humano sacralizando todo aquello que Dios había dispuesto. Evidentemente me estoy refiriendo a la sexualidad inherente a la persona humana de Cristo en particular, y al género humano en general.
Quizás sea un atrevimiento por mi parte, pero quizás los protagonistas de estas fotografías, no estuvieran realizando una acción trasgresora sino una lectura teológica, más acorde con la nueva interpretación de los signos de los tiempos. Estas situaciones presentadas en esta galería de imágenes, sacralizan la sensualidad, la sexualidad y el erotismo. Más aún, libres de prejuicios y complejos muestran el misticismo de la condición sexual del ser humano. Esta interpretación presenta al Dios más Hombre y al Cristo más Dios.
La sexualidad como valor positivo y el gozo erótico, son virtudes que engrandecen al ser humano y le asemejan más a Dios. La sexualidad se ensambla en el amor sin entender de géneros. La genitalidad sirve para la procreación mediante el ayuntamiento de una mujer y un hombre. No obstante, la sexualidad hace iguales a hombres y mujeres, y es la expresión de su amor sin distinción de género. Esa es la grandeza de la naturaleza humana del Cristo hecho hombre. La presencia, más aún, la convivencia del símbolo de cruz con la desnudez humana y la sensualidad y sexualidad a flor de piel, suponen la expresión del misticismo más puro, ausente de pudor…
Observando estas imágenes de hombres consagrados, aunque fuere desde el punto de vista teológico más laso, suponen una transgresión de los valores de pureza, pudor y virginidad, tradicionalmente aceptados por la observancia ortodoxa. No obstante, me voy a permitir hacer una lectura más realista contemplando que la segunda persona de la Santísima Trinidad, se hizo hombre manteniendo dos naturalezas, divina y humana.
Pedro Taracena Gil
Periodista
CALENDARIO ORTODOXO
http://apostatashispanos.blogspot.com.es/2015/10/the-orthodox-calendar-2016.html