Conversación tranquila con Carlos Silva Campañón (@csilvacampanon), catedrático de inglés de secundaria en L’Hospitalet, miembro del Consejo de dirección nacional de UPYD, vicepresidente de la asociación Impulso Ciudadano y miembro de la Asamblea por la Escuela Bilingüe en Cataluña (AEB).
Yo: La gente piensa que UPyD ha desaparecido después de Rosa Díez. ¿Como está UpyD?
Carlos Silva Campañón: El muro de silencio de los medios es un problema importante. El partido no se ha planteado la disolución en ningún momento. Seguimos teniendo cerca de 2000 afiliados, una eurodiputada y 124 cargos electos municipales. Buena parte de los últimos tiempos, los esfuerzos se nos han ido en cuestiones internas, reestructuración del partido, adaptación a la nueva situación, temas de logística, etc, pero, superada esa fase, en los últimos meses nos hemos reactivado políticamente y el equipo de dirección y afiliados están con muchas ganas, haciendo propuestas y activos a nivel local y nacional. Este sábado celebraremos el décimo aniversario y Consejo político en Madrid.
Yo: Tú vives y trabajas en Catalunya, ¿cómo ves el procés?
Carlos Silva Campañón: Como todos los que no participamos de la ola de irracionalidad que se ha apoderado de una buena parte de la sociedad catalana, con una preocupación extrema. Es un espectáculo desolador ver como cuarenta años de dominio nacionalista han logrado intoxicar a la sociedad catalana y han convertido a tantos ciudadanos en súbditos de esta ideología destructiva y de la clase social a la que representa. Es triste ver como la indiferencia y el interés a corto plazo de los sucesivos gobiernos nacionales ha permitido que se llegue a este punto sin retorno. Pero ahora me preocupa sobre todo el desenlace de lo que está ocurriendo. Creo que el Gobierno está actuando correctamente apelando al cumplimiento de la legalidad e impidiendo la celebración del referéndum, pero me preocupa que lo que está sucediendo no sirva de nada y al día siguiente se vuelvan a cometer los mismos errores. Me refiero a las voces que hablan de negociaciones y dialogo con los que han impulsado el golpe y de apaños constitucionales improvisados o irresponsables para contentar al nacionalismo, insaciable por definición. El resultado de este desafío no puede ser más de lo mismo o llevar a España a un callejón sin salida.
Yo: ¿Habría que apartar a los culpables, a los que han delinquido, para buscar un acuerdo con gente limpia?
Carlos Silva Campañón: Los tribunales decidirán sobre las responsabilidades penales de cada uno. Estaría bueno que precisamente los políticos dispusiesen de patente de corso para quebrantar la ley. Puigdemont y su Gobierno, Forcadell, los presidentes de Omnium y la ANC deben responder ante los tribunales como cualquier ciudadano, no por cálculo político para cambiar de interlocutores para llegar a ningún acuerdo. En cuanto al acuerdo, no hay nada que acordar. Sólo hay una salida y es la de la reconducción de las instituciones catalanas a la vía de la ley. Ellos han creado una situación de extrema gravedad. Sería un acto de irresponsabilidad imperdonable permitir que obtuviesen réditos de su extorsión al Estado con la sociedad catalana como rehén. En este sentido, la investigación por sedición de la juez Lamela es una buena noticia. No puede haber impunidad, tienen que haber consecuencias.
Yo: Pero, pasado el día 1 y el día 2, nada podrá quedar como está. ¿Que habrá que hacer?
Carlos Silva Campañón: En los primeros días, tras la imputación e inhabilitación de los que han promovido y organizado la ruptura, es inevitable la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas. Aunque no confío en que éstas en sí significasen un gran cambio en el reparto de fuerzas parlamentarias, supondrían una vuelta a la normalidad democrática que haría posible poner de nuevo en funcionamiento el Parlamento e instituciones de Cataluña, suspendidos de facto por los propios secesionistas desde la aprobación de las leyes de referéndum y de transitoriedad. El problema de fondo es más complejo y se deberá resolver a medio y largo plazo. La fractura social es profunda, pero no irreversible. Es necesario analizar las causas que nos han traído aquí y no improvisar medidas y gestos que envenenen aún más la situación. Para UPYD las soluciones se derivan directamente de las causas del problema. La educación debe ser competencia estatal y los medios de comunicación públicos han de estar al servicio de la ciudadanía y no del adoctrinamiento ideológico. Es necesario reformar la Constitución, pero no para contentar a los nacionalistas, sino para cerrar el modelo autonómico mediante un modelo federal claro y definido, con competencias del Estado y de las autonomías especificadas y cerradas en el texto constitucional y el establecimiento de mecanismos que garanticen la primacía de los intereses generales de toda la nación y la supremacía del gobierno federal, así como la igualdad de todos los ciudadanos por encima de los privilegios regionales. En este sentido, el tema económico se debería zanjar con la sustitución del cupo vasco y navarro por un sistema de financiación justo, equitativo e igual para todas las Comunidades y al servicio de todos los ciudadanos de España. Es un proyecto ambicioso, inaceptable para los nacionalismos y para las formaciones políticas que sólo buscan el beneficio electoral, pero de lo que estamos hablando es de desintoxicar a la sociedad catalana y de revertir un problema resultado de un experimento de ingeniería social desarrollado de manera sistemática durante 40 años, no de ahondar en las causas que lo han provocado.
Yo: Me dices que unas elecciones que previsiblemente ganará ERC, o sea Junqueras, será el principio de la solución? ¿No seria posible presentar una coalición tipo ‘junts pel no’, para oponerse al independentismo y ganar las elecciones?
Carlos Silva Campañón: Bueno, yo creo que Junqueras, que hasta hace poco todos veíamos como el sucesor seguro de Puigdemont, ahora es un claro candidato a la inhabilitación junto al resto de miembros del Govern que han asumido responsabilidades públicamente en la comisión del delito. Pero las personas no son lo importante. Debería ser posible establecer una alianza de los partidos constitucionalistas con unos objetivos claros y compartidos en torno a la idea no sólo de detener el «procés», sino de revertir el proceso que lo ha permitido, pero no creo que estos objetivos mínimos comunes existan. Ni siquiera en el sentido de invertir la situación en Cataluña. Creo que los partidos constitucionalistas con representación en el Parlamento catalán sólo piensan en la manera de salir de este atolladero de manera que no perjudique y, si es posible, beneficie sus intereses partidistas. ¿Cuál es el objetivo compartido de C’s, PP y PSC? C’s, en perfil bajo desde que empezó el desastre, sólo repite el mantra de la celebración de elecciones, supongo que haciendo su particular cuento de la lechera y pensando en la posibilidad de sacar dos o tres diputados más de todo este desastre. Al PP sólo le preocupa mantener el status quo, que nada cambie y volver a los tiempos de la negociación y el apaño sereno y opaco con el nacionalismo. Y qué decir del PSC y sus propuestas de la España plurinacional y asimétrica. Una coalición así sólo tendría en común la oposición al nacionalismo, pero carecerían de un proyecto compartido para Cataluña y España que sustituyera la Cataluña inventada de los nacionalistas.
Yo: Gracias Carlos, no parece que hoy por hoy los partidos constitucionalistas estén por la labor sino que van cada uno a la suya.