Llegamos a la última semana antes de la segunda convocatoria de elecciones generales en España y, si hacemos caso a los mensajes de los líderes, es bien probable que vayamos a una tercera y así sucesivamente.
Si en la primera convocatoria fue el PSOE el que, con su no a Rajoy y al PP y su negativa a Podemos, hizo imposible un acuerdo, ahora, si las encuestas se parecen a la realidad, volveremos a estar en las manos de Pedro Sánchez otra vez, aunque su partido sea todavía más débil al pasar a tercera fuerza. Por si fuera poco lío este, Albert Rivera ha declarado que él también pone líneas rojas y no piensa, en ningún caso, ni siquiera abstenerse ante una posible investidura de Rajoy.
Solo se me ocurre, frente a estos planteamientos, que ‘seamos serios’. El domingo no se elige a un Presidente, ni siquiera a un gobierno, se elige a la cámara legislativa de la que deben salir unas mayorías parlamentarias capaces de investir a un Presidente y a su Gobierno. Ni más ni menos.
A partir del lunes, y ante la casi seguridad de que nadie tenga una mayoría suficiente para formar aisladamente gobierno, harán falta pactos. ¿Es serio pactar una figura para que haga lo que quiera? No. Es evidente que lo serio es pactar un programa de gobierno que pueda ser asumido por el mayor número de diputados y, puesto el acuerdo negro sobre blanco, buscar a quien de los firmantes se vea capaz de llevarlo a término.
No entiendo nada. Si la cosa va de vetar nombres, especialmente del que ha ganado, será imposible un acuerdo. ¿No será hora de ser adultos y dejarse de politiqueos? ¿Alguien me lo explica?