EL SANCTA SANCTORUM DE EROS
LA SEXUALIDAD NO TIENE SEXO
Mejor dicho, la sensualidad y la sexualidad no tienen género. El género masculino y femenino o viceversa sólo sirven para la procreación y supervivencia del género humano. La sexualidad atribuida a las mujeres y los hombres en exclusiva, obedece a convencionalismos culturales, sociales y religiosos. Muchos de ellos heredados de los ancestros más primitivos. Los atributos genitales de la mujer están ligados a la fertilidad y la procreación, garantía de perpetuarse el linaje o el clan. Y los órganos genitales del hombre garantizan la otra parte imprescindible para el nacimiento de otro ser humano. La sexualidad tal y como se interpreta en la actualidad; venciendo los prejuicios religiosos del Medievo, es una parcela común que corresponde a la persona, al margen de su género. Placeres, sensaciones y emociones que solamente corresponden a la ley natural, de que a todo estímulo corresponde una respuesta. La sensualidad se percibe a través de los cinco sentidos y la sexualidad es cuando intervienen en el estímulo los genitales, precisamente, en su función no ligada forzosamente a la procreación. La realización sexual es un derecho inalienable de la persona y nada tiene que ver con su fin reproductor. De hecho y de derecho se ha establecido que las relaciones sexuales han dejado de estar encofradas en estructuras religiosas, ajenas a los sistemas políticos libres y democráticos. Este brevísimo ensayo tiene como humilde y modesta intención, el sacar del ostracismo la figura representativa del sexo históricamente secuestrada. Un hecho natural que además de ser de público conocimiento, sin embrago hipócritamente se oculta ante quien lo conoce perfectamente. Por supuesto que este breve texto solamente va dirigido para que sea exhibido entre los pares en igualdad de circunstancias. Con una sana y libre educación sexual dentro de la Familia y la Escuela, desaparecerían del mapa los conceptos de pornografía, indecencia e inmoralidad. La Energía Sexual rige el mundo. Se encuentra en cada ser humano en estado latente y potencial. Es suficiente la estimulación de sensaciones, emociones y sentimientos para que la sexualidad se transforme en el verdadero misticismo. Y el orgasmo en auténtico éxtasis. P. Taracena