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1936: EL PSOE, SAQUEA EL BANCO DE ESPAÑA.
El banco de España S.A. era un ente privado en tiempos de la República.
La guerra empezó en 1936, pero ya desde los meses siguientes los mismos políticos que exigían a los españoles resistir hasta la última bala se preparaban un exilio dorado con el inmenso patrimonio robado tanto al Estado como a los ciudadanos.
La madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT (socialistas) y de la CNT (anarquistas) en el mismo Banco, a las que acompañaban 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho. Su ética no le permitió ser cómplice.
Hay que añadir que los socialistas se dieron prisa porque la guerra había empezado solamente dos meses antes, el 18 de julio de 1936. La reserva española de oro había sido registrada por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como la cuarta más grande del mundo
A la vista hay 112 estanterías con un total de 34 tons. El oro de Moscú necesitaría 1.700 estanterías como esas.
Los principales responsables de este derroche fueron los miembros del PSOE Juan Negrín, que antes de ser presidente del Gobierno fue ministro de Hacienda, e Indalecio Prieto.
Es de observar que en aquella época el banco de España era un ente privado, Sociedad Anónima, y no un organismo publico como lo es hoy.
El decreto fue firmado por el Presidente del gobierno del Frente Popular, Manuel Azaña, a quien no se le informó cuando se aplicaría el decreto, ni tampoco el destino del tesoro. La excusa para dejar fuera de conocimiento en la materia al Presidente fue su “estado espiritual”. Valido de esta medida presidencial, el 25 de octubre Negrín ordenó el traslado de la totalidad del oro depositado en las bóvedas del Banco de España, de Madrid al puerto de Cartagena. Eran “siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España”, según el ministro de Marina y el Aire, Indalecio Prieto, quien tiempo después dijo haberse enterado por casualidad de ese traslado.
Según justificó más tarde Largo Caballero, el Presidente no fue informado hasta mucho después debido a su «estado emocional» y el «carácter reservado de la operación»:
Las cajas fueron transportadas en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde de depositaron en los polvorines de La Algameca, en una base naval bien custodiada. El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE.
Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa, 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de la Caja General de Reparaciones.
El cajero principal del Banco de España se suicida y los consejeros Martínez Fresneda y Álvarez Guerra denunciaron la extracción del oro por constituir una ilegalidad y presentaron su dimisión.
“Saqueadas las reservas metálicas del Banco de España, se procedió de modo sistemático a la confiscación del dinero, divisas, valores y efectos de propiedad de particulares que existían en depósito y en paquetes lacrados en la Banca privada. Para ello se dictan disposiciones conminatorias, como los Decretos de 3, 10 y 16 de octubre de 1936 [ ]… en la noche del 6 de noviembre se presenta en el Banco de España, con el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, un individuo titulado Capitán de Carabineros, Julio López Masegosa , que era persona de la confianza de Negrín y agregado, como Ayudante del mismo, a la Secretaría del Ministerio de Hacienda [ ] … avisado el Jefe de las cajas de seguridad de alquiler y depósitos en dicho Banco, le manifestaron que el Ministro de Hacienda había ordenado la apertura de las cajas, que debía llevarse a cabo con toda urgencia”.
“… El día 25 de octubre de 1936 se personó Francisco Méndez Aspe en Cartagena, y, de acuerdo con Negrín, ordena que por la noche se extraigan sigilosamente de los polvorines siete mil ochocientas cajas de oro, de un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, que custodiadas por claveros de confianza como José Velasco y Arturo Candela (quienes quedaron presos en Rusia) son transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Neve y Volgoles, que zarparon en dirección a Odessa,”
A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas, que fue vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a 20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas).
El 20 de octubre de 1936, el director del NKVD –Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, aunque realizaba operaciones especiales en otros países– en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con el socialista Negrín, ministro de Hacienda –el mismo que después robó las cajas de los bancos para huir a Méjico– añadiendo que “Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.”
Alexander Orlov contestó que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España.
Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. El 15 de octubre, los socialistas Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.
El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odessa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco.
¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica? Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (…) con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. «Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco».
Cuatro empleados del Banco embarcaron en el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a dónde iban. Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y aparecieron… en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú.
Entre tanto, una revista gráfica, “La URSS en Construcción”, dedicaba un número especial al aumento de las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha devuelto ni una sola onza.México, D. F., Marzo de 1953.
El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odesa, puerto soviético del Mar Negro.
Los cuatro claveros españoles habían previsto un plazo de un año para contar el tesoro del banco de España, trabajando ellos solos en dos turnos diarios de siete horas; sin embargo, el recuento, que comenzó el 5 de diciembre, terminó el 24 de enero de 1937, pese a haberlo efectuado con el máximo esmero. Se abrieron 15.571 sacos, encontrando en su interior 16 clases distintas de monedas de oro: libras esterlinas (el 70%), pesetas españolas, luises y francos franceses, marcos alemanes, francos belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, coronas austriacas, florines holandeses, francos suizos, pesos mexicanos,pesos argentinos, pesos chilenos y, por supuesto, una extraordinaria cantidad de dólares estadounidenses.64 El depósito completo ascendía a 509,287.183 kilogramos de monedas y 792.346 kilogramos de oro en lingotes y recortes: un total, pues, de exactamente 510’079,529.30 gramos de oro bruto, que a una ley media de 900 milésimas equivalía a 460.568.245,59 gramos de oro fino (unas 14.807.363,8 onzas troy). El valor de este oro era de 1.592.851.910 pesetas-oro (518 millones de dólares).65 Aparte de ello, el valor numismático de las monedas era muy superior al del oro que contenían, aunque los soviéticos no lo calcularon ni tuvieron en cuenta.66 Sin embargo, sí pusieron extraordinario cuidado en enumerar las monedas que eran falsas, defectuosas o que contenían menos oro del debido. Los soviéticos jamás explicaron qué hicieron con las monedas raras y antiguas, aunque es dudoso que las fundieran. Burnett Bolloten plantea que es posible que se apartaran todas las monedas de valor numismático con la idea de venderlas gradualmente en el mercado internacional.67
Martín Almagro Gorbea estima el valor del oro de Moscú en un mínimo metálico de 12.200 millones de euros (según la cotización del oro en marzo de2010, 824 euros la onza) y considera posible que su valor numismático excedera de los 20.000 millones.
Quedaba claro, pues, que se trataba de un depósito que la República Española podía emplear libremente, exportándolo o enajenándolo, con lo que las autoridades soviéticas no asumían ninguna responsabilidad por el destino de este oro. Cabe señalar que la URSS otorgaba la titularidad del depósito al Estado español republicano, y no al Banco de España, su verdadero propietario.
En los meses siguientes, varios de los soviéticos implicados en el asunto del oro español tuvieron un final dramático. Stashevsky murió ejecutado por la NKVD en 1937 y el embajador soviético Rosemberg siguió ese mismo destino en 1938; Orlov, temiendo ser el siguiente, huyó ese mismo año a los EE.UU. al recibir un telegrama de Stalin donde se le ordenaba volver a la URSS. Los Comisarios del Pueblo de la Hacienda Soviética, Grinko, Krestinsky, Margoulis y Kagan, fueron ejecutados el 15 de marzo de 1938 o fueron víctimas de desaparición forzada por distintos modos, tras ser acusados de pertenecer al «bloque trotskista-derechista» antisoviético. Grinko en particular fue acusado de hacer «esfuerzos por socavar el poder financiero de la URSS». Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y sólo entonces se les permitió salir para lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México, respectivamente. Con respecto al embajador español, Marcelino Pascua, fue trasladado a destino desconocido.
Juan Carlos Alcalá de los Ríos.
(publicado en la «red» en 2014)