PREMISAS PARA UNA REFLEXIÓN EN EL SIGLO XXI
Por Pedro Taracena Gil
LOS NOVÍSIMOS O POSTRIMERIAS DEL HOMBRE SON CUATRO
Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. Según el Catecismo del Padre Astete (1537-1601) y revisado (1742-1812).
HAMLET
Príncipe de Dinamarca, al protagonista se le aparece el fantasma de su padre asesinado exigiendo venganza. Las dudas y la indecisión, expresadas en famosos monólogos, torturan al joven, pues entre los culpables están su madre y el padre de su amada. Al final, a costa de su propia vida, consumará el sangriento castigo.
WILLIAM SHAKESPEARE Y EL RENACIMIENTO
Shakespeare no es sólo el más importante autor teatral del Barroco inglés, sino, sobre todo, uno de los grandes genios de la literatura universal. Con él, el género dramático alcanza la modernidad y recupera a la vez la hondura del teatro griego, perdido en la época medieval. Sus obras nos han dejado, además, un nutrido grupo de personajes inolvidables. Entre los siglos XVI y XVII el teatro adquiere, con dramaturgos como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Molière o el propio Shakespeare, sus características modernas. Ello fue posible gracias a la nueva valoración de la vida humana surgida con el Renacimiento.
FEFLEXIÓN PERSONAL
Quizás sea una osadía por mi parte que después de más cuatro siglos, intentar aportar valoraciones al célebre monólogo del Ser o no Ser, del Príncipe de Dinamarca. Mi primera consideración es que, mientras España rechazaba la Reforma de Lutero, de Calvino y del mismo Enrique VIII; homologándose con el Concilio de Trento, en Europa surgía el protestantismo y el anglicanismo. Sin olvidar que en las repúblicas italianas había irrumpido el Renacimiento y que a España llegó con cien años de retraso. La Hispanidad siempre se ha vanagloriado de haber perdido todos los trenes de la Historia.
Shakespeare provocó en su Hamlet una situación renacentista. En su célebre monólogo, estaban escritos los novísimos y postrimerías del hombre. No obstante, el centro del universo había dejado de ser Dios. En su lugar se colocaba el hombre, con su humanidad como centro de la razón que suplantaba a la fe. Hamlet agoniza entre la fe y la razón, la vida y la muerte, la cordura y la locura. Dormir, soñar… Implora el amor y la redención de los pecados. Su agónica interrogación nos recuerda La agonía del cristianismo de Unamuno y La vida es sueño de Calderón. Los novísimos y postrimerías del hombre, ya se habían disipado con el Renacimiento en la Inglaterra del siglo XVI y XVII. No obstante, en los años cincuenta del siglo pasado, aún se estudiaban en la Escuela de la España del Nacionalcatolicismo. ¡Qué pena!
En pleno siglo XXI el monólogo de Hamlet brilla con más esplendor sin atisbo del medievo hispano. Más humano y menos divino. El amor y justicia dialogan con la vida y la muerta. La muerte como trascendencia sobre los sueños.