Ya sé que es en caliente pero, en frío nunca se analiza nada, dado que la realidad es tan veloz que, cuando salimos de un tema, aparece con fuerza otro en caliente que nos lleva a tragar sapos sin profundizar en nada. Una vez más se ha producido un atentado salvaje en suelo europeo y las autoridades, por miedo, han estado horas y horas hablando de prudencia. Veías caras de políticos, analistas y periodistas que todos pensaban lo mismo y no se atrevían a decir nada: Berlín era el segundo Niza en poco más de seis meses.
No analizaré hoy si el terrorista ha actuado por motivos religiosos, aunque todo hace suponer que si: ataca a una mercado navideño en fechas señaladas. No analizaré hoy si entró en Alemania como refugiado, gracias al desastre de política de Merkel frente a los refugiados en teoría provenientes de Siria. Tampoco analizaré la conveniencia de intervenir militarmente en un país, en este caso Siria, desde fuera, con la posibilidad, tantas veces real, de ayudar al peor a echar del poder al malo.
Me preocupa el sentimiento contradictorio que esta cuajando en occidente sobre la inmigración hacia Europa. De una parte, el complejo de muchas autoridades a aplicar lo que siempre ha sido de sentido común: control total de fronteras y de quién entra en un país y para qué. De otra, la progresía instaurando el dogma de abrir fronteras a destajo, sin control ninguno, por mor de la solidaridad con el refugiado.
No entiendo nada. Toda política en inmigración se debe basar en un trato personal, uno a uno, dado que en un país no caben todos y mucho menos cualquiera. ¿No se dan cuenta que el desorden en esta política acaba en un rechazo social a todo inmigrante? ¿Alguien me lo explica?